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La sola proximidad de este enemigo, bajo cualquiera máscara que quisiera ocultarse, era ya suficiente para perturbar un alma tan delicadamente sensible como la de Arturo Dimmesdale.

Esta calificación de señor rapabarbas hizo estremecer violentamente a Flores, porque si él rejuvenecía al público, era por no desmentir la significación ¡ay! demasiado positiva de la bacía de cobre reluciente que se balanceaba en un rincón obscuro de la puerta; pero también, en el sitio más visible, aparecía un inmenso cuadro representando una mano armada de lanceta que abría delicadamente las venas de un brazo colosal.

Después de hacerme una rápida toilette y cepillarme bien, porque estaba muy sucio y fatigado por el largo viaje, tomé un coche y me dirigí a la plaza Grosvenor, donde encontré a Mabel vestida delicadamente de negro, sentada leyendo en su confortable y bonita habitación particular, que su padre, dos años antes, la había hecho decorar y amueblar lujosamente y con todo gusto como su boudoir.

Entonces el tío Goro, después de colocar su pipa delicadamente sobre el escaño, desplegó con más delicadeza aún el precioso documento que guardaba en el bolsillo y lo acercó bien al candil: «Mis queridísimos padres... Ven acá, Nolo; arrepara qué modo de plumear tiene mi cordera... ¿Qué te parece esta M? ¡Vaya una letra maja! ¿Y estas otras menudicas que le siguen van bien ó no van bien?

Por más que digas, a ti te gustan las novelas, las complicaciones, las situaciones escabrosas; tienes exactamente la fuerza necesaria para rozar las dificultades sin averías y bastante debilidad para saborear delicadamente las angustias. te procuras todas las emociones extremas, desde el miedo de ser un mal hombre hasta el placer orgulloso de reconocerte casi héroe.

Y como si tuviera mucha prisa, se despidió y repicó otra vez delicadamente sus botas por el pasillo. Salió entonces Narcisa de un escondite con su librote debajo del brazo y en la boca un surtidor de insolencias.

La sangre, como savia enérgica, regaba los tejidos, tiñendo la epidermis de tonos que variaban delicadamente desde el azul de las ramificaciones venosas hasta el carmín brillante de los labios húmedos; y una mata de pelo, escapada de la redecilla, hacía resaltar la blancura del cuello.

Cuatro lámparas iluminaban ampliamente la estancia de artesonado techo en que se hallaban. Colgadas de las paredes, sobre los muebles, en los rincones, por todas partes se veían placas de vidrio de diferentes tamaños y formas, pintadas delicadamente. Gualtero y Roger miraron en torno asombrados, porque jamás habían visto juntas tantas y tan magníficas obras de arte.

Habiéndose mostrado Amaury más galante que nunca y más delicadamente afectuoso con Antoñita, renovando sus apartes con más frecuencia que otras veces y prolongándolos como nunca, el conde, que aunque parecía absorto en el juego, lo veía todo, acercose a Antoñita al despedirse y le dijo después de besarla en la frente: Oiga, usted, hipocritilla: ¿Por qué tenía tan callado que Amaury, el inconsolable disfrazado de hermano, procedía como novio tratando de pasar por tutor para mejor cortejar a su pupila? ¡Qué diantre!

Y apartó su mirada del rostro de Pedro, enjugándose una furtiva lágrima. ¡Déme su mano, señora! díjole el marqués. La vizcondesa accedió a su ruego, y él entonces, sin añadir una palabra, besó delicadamente la mano de aquélla.