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A estos, les diremos únicamente que abran el registro del puerto de Guajan y se encontrarán, que en efecto, es cierto tuvieron las islas su apogeo como descanso de esos valientes hijos del mar, y que hubo año que hicieron recalada en los puertos de Guajan, 80 y hasta 100 barcos mayores; pero al volver algunas hojas del registro, progresivamente irán viendo el descenso que desgraciadamente ha sufrido, tanto que el año 1870, solo anclaron ¡cuatro! barcos balleneros, y esos más valía no lo hubieran hecho, pues hoy el ballenero que toma el puerto de San Luís de Apra, participa de pirata y corsario, no yendo á dejar dinero, ni á importar efectos de verdadera riqueza positiva, y á extraer el poco numerario en circulación, vendiendo un par de centenares de latas de comestibles y algunas varas de toscas telas.

La pragmática de los trajes que prohibía el uso de brocados, bordados de seda, chapados de oro, etc., y que se hizo extensiva á las Indias por Real Cédula de 12 de Noviembre de 1509, sirve para conocer nombres de las prendas de vestir y telas en ellas empleadas, por cuanto entre otras cosas decían: «Las personas que tengan bienes en cuantía de mil castellanos traigan jubón e caperuzas e bolsas e ribetes e pestañas de seda de cualquier color que fueren, con tanto que en una ropa no traigan mas de un ribete e que no haya en los dichos ribetes e pestañas mas anchura de como un dedo pulgar, e que no se traigan en los ruedos de las ropas, e que puedan traer becas de tercinel e de tafetan e papahigos de camino aforrados en el mismo tercinel e tafetan, e así mismo permitimos que puedan traer de seda las corazas e guarniciones, las faldas e goretes e capacetes e baberas e griyotes».

La ciudad tiene en su recinto muchos colegios importantes, de todas clases, una hermosa biblioteca de 50,000 volúmenes y un regular jardín botánico. Posee en el interior y los arrabales muchas fábricas, haciendo una activa producción de gasas y terciopelos de seda y algodón, paños negros de satín, telas finas de lana y otros tejidos de mérito.

Yo estaba presente... y te digo que ya estaba pensando en mandar que trajeran árnica... Milagros, que ahora no puede encargarle nada a Eponina porque su marido no le pagaba las cuentas, compró las telas y llevó a su casa una modista para hacerse un par de trajes de verano... ¿Qué cosa más natural?

Ledesma fueron los tisues de los Angeles y del Niño Jesús, del antiguo paso de la cofradía de la Quinta Angustia, donados por los Duques de Montpensier. Con el Sr. Ledesma se extingue por completo la fabricación de telas de seda y de seda y oro, en Sevilla, olvidándose por completo las tradiciones de tan hermosa como productiva industria artística.

Como era domingo y hacía una mañana hermosa, la Ribera de Curtidores estaba llena de gente: cada puesto de ropas usadas, trastos viejos, telas, clavos, armas, colillas y herramientas, tenía delante un grupo de gente que vociferaba y bullía, regateando con indescriptible griterío.

Volvieron finalmente á la luz, una luz esplendorosa que entraba por tres puertas abiertas sobre una terraza vecina al barranco. Era el hall de la «villa», adornado con telas y divanes indostánicos. El príncipe reconoció que Spadoni no estaba mal instalado en «su tumba». Un gran piano de cola era el único mueble que se mantenía limpio en esta pieza invadida por el polvo.

Harto conocía yo lo que puede y debe añadir de encanto a una mujer hermosa el vestirla de ricas telas y joyas esplendentes, y el circundarla de todos los primores de la más refinada cultura y de todas las riquezas que crean la mano y el ingenio infatigable del hombre.

Alrededor de la mesa vio Fortunata como unas seis o siete oficialas, cosiendo, y en un sofá, junto a la ventana apaisada que daba a la calle, estaban dos señoras, examinando a la luz encajes y telas. «Buenos días» dijo la Rubín, deteniéndose un instante y recorriendo con mirada fugaz todas las caras que delante tenía.

Las damas pudientes, ya provectas, vestían trajes negros u oscuros de tafetán, de sarga malagueña o de alepín o de cúbica; y las señoritas, sus hijas, iban con trajes de muselina o de otras telas aéreas y vaporosas, pero ninguna sin mantilla, ora de tul bordado, ora de blonda catalana o manchega.