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Guardiana soltó el trapo a reír con la mejor voluntad del mundo: Amparo, acordándose de una frase leída en un periódico, exclamó: ¡Pero ha de poder tanto el vil interés! Y meneando la cabeza, añadió : Lo diría de broma, mujer. ¡, ... buena broma te Dios! En esa familia todos son iguales, mujer; cortados por una tijera. Pues no digo nada del señorito, de tu adorador.

Se prendó Guacanagarí del arambel ó colcha colorada de la cama que Colón le regaló de buen grado; mostróle las banderas que allí tenía, una moneda de oro con las efigies de los Reyes y otras cosas. Se deduce del pasaje que había en la cámara una mesa para dos personas, un sillón, una silla de tijera, la litera ó cama, y probablemente un armario ó arcón para guardar ropa y papeles . Juan Pérez.

Cuando la cena estuvo pronta, condujo éste a los huéspedes a un salón tan grande como la cocina, pero no tan amueblado. Allí estaba preparada la mesa. Era alta, de tijera, y supongo que tallada, porque lo estaban, hasta con escudos y motes, los dos bancos de respaldo a ella adjuntos.

Riéronse todos, como siempre que la Mazacán empuñaba la tijera, y la señora de López Moreno dijo muy satisfecha: ¡Qué Isabel esta!... ¡Con qué gracia crucifica a todo el mundo!...

Eran negros y lucientes hasta dar en azules, levemente ondeados, no muy largos porque al pronunciar los votos la tijera había hecho feroz estrago en ellos.

Seguíanla dos pajes, el uno de los cuales llevaba una rica silla de tijera y el otro un cojín de terciopelo con rapacejos de oro debajo del un brazo, y terciada en el otro una rica alfombrilla. Por último, cuatro lacayos bigotudos, con sendos espadones al cinto, la servían.

Era un hombre alto, corpulento, de treinta a treinta y dos años de edad, la fisonomía dulce y las facciones correctas: gastaba el pelo cortado a punta de tijera y la barba luenga, rubia y sedosa. En aquel momento su rostro estaba pálido y revelaba profunda inquietud.

Y el menor respondió: No otro sino que corro como una liebre, y salto como un gamo, y corto de tijera muy delicadamente. Todo eso es muy bueno, útil y provechoso dijo el grande ; porque habrá sacristán que le a vuesa merced la ofrenda de Todos Santos porque para el Jueves Santo le corte florones de papel para el monumento.

Rara vez buscaban su comida en el campo; se alimentaban con los garbanzos sobrantes de los cocidos de Madrid; rumiaban en sus pesebres lo que el día anterior había pasado por las cocinas de la población, y este alimento de animal civilizado parecía avivar su inteligencia. Jamás habían sentido el fresco contacto de la tijera ni el benéfico roce de la almohaza.

Nieves pinchó con la tijera muchas veces el bordado, que ninguna culpa tenía de sus apuros, y se calló; pero su padre no se satisfizo con tan poco, y añadió a lo dicho: Si me hicieras el favor de explicarte... Porque el caso lo merece. ¡Yo lo creo! respondió Nieves sin titubear. Pues entonces...