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Su vivienda era un hotel espacioso, amueblado con primor y con lujo, en el centro de un bello jardín, bastante dilatado para que por su extensión casi pudiera llamarse parque. Menos en las temporadas en que había teatro, la Sra. de Figueredo recibía todas las noches. Cuando había teatro recibía también, pero no siempre. Sus tertulias eran animadísimas y solían durar hasta después de la una.

Cuando nos conocimos habitaba un departamento amueblado en la calle de Astorg y vivía decentemente con restos de su dote, que el marido le había devuelto con una generosidad digna de aprecio, dado el trato poco halagador á que su mujer le había sometido.

Juana, que habita un departamento amueblado, lo ha despedido la semana pasada. Sus baúles están hechos desde ayer y va á dejarlos en depósito en la estación del Norte. Ella se va á Boulogne y el saldrá por otra línea é ira á reunirse con ella. ¿Es claro todo ésto? Hablaba con tal calma, que no traté ya de discutir ni dudé más.

Sin embargo, accediendo al importuno empeño de Moreno, le siguió por una escalera excusada, hasta un estrecho corredor, y de allí a un pequeño cuarto con ventana interior, sencillamente amueblado con una cama, una mesa, algunas sillas, látigos y un escaparate para escopetas. Ahí tienes mi casa dijo Moreno, suspirando, echándose sobre la cama y haciendo seña a su compañero de que tomase asiento.

Le habían preparado un ancho camarote amueblado con una cama, un armario de espejo y un lavabo. En todos los detalles brillaba la limpieza inglesa y Jacobo encontró con alegría infantil los cepillos, los frascos y los utensilios de tocador que constituyen los cuidados y la elegancia de la vida.

»Mi esposo sentíase encantado de las bellezas de esta modesta habitación, que yo miraba con indiferencia en un principio, y con algo de extrañeza más adelante, pues encontré un gabinetito amueblado y dispuesto como tenía el mío en el castillo del duque de Arcos.

Arreglose después prontamente y salieron de casa poco antes de las nueve para oír misa en la Encarnación. Habitaba nuestro matrimonio un cuartito bajo en la plaza de Oriente, amueblado con elegancia y provisto de todas las comodidades compatibles con su fortuna, que desde hacía algún tiempo iba prosperando lindamente. Cirilo trabajaba firme.

Marenval y Tragomer no oyeron más; estaban en un gabinete severamente amueblado de reps verde, donde sentada detrás de una mesa de despacho, una mujer regordeta y demasiado rubia acababa de firmar una contrata con una guapa muchacha muy pintada y que olía fuertemente á almizcle. La señora de Campistrón dijo á los visitantes indicándoles un sofá: Siéntense, señores; soy con ustedes.

En aquel piso bajo, amueblado en un estilo inglés muy puro, época de la Reina Ana, la vida interior se desarrollaba según las reglas de un reglamento severo, completamente británico. Huberto fue interrumpido en sus reflexiones por la entrada de un criado, inglés, como los muebles, que le traía el y el correo.

Y el mismo pensador, añadió con razón en el capítulo siguiente: «Pegar a un enemigo delante de la mujer a quien ama, es pegarle dos veces: le hieres en el cuerpo y en el almaHe aquí por qué el paciente Ayvaz-Bey enrojecía de cólera mientras acompañaba a la señorita Tompain y a su madre al piso que les había amueblado.