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Cuando nos conocimos habitaba un departamento amueblado en la calle de Astorg y vivía decentemente con restos de su dote, que el marido le había devuelto con una generosidad digna de aprecio, dado el trato poco halagador á que su mujer le había sometido.

El espectáculo de aquel taloneo angustioso e incesante me hacía mal, porque me recordaba las peripecias de la venida, y me veía, no bajo un prisma halagador, muy de helmuth y de poncho de guanaco, blasfemando contra mi bestia rehacia. Resolvimos dejarlos atrás y seguimos la marcha, cruzando Villeta como una tromba.

Y añadía, mesándose el copete ralo y encanecido: ¡Está en la sangre! ¡En la sangre! ¡El aire de la tierra natal! ¡Qué grato y qué fresco esa mañana! El sol inundaba el valle y dibujaba en los muros de las vetustas casas la sombra ondulada de los aleros. De las húmedas montañas, bañadas la víspera por copiosa lluvia, soplaba un vientecillo halagador y perfumado.

Vino el sueño, y vino dulce y halagador, como un amigo cariñoso que acude a nuestro llamado para darnos consuelo, para reanimar el abatido corazón; como una hermana compasiva que se acerca a nuestro lecho, acaricia nuestra frente, entorna nuestros ojos, y nos invita a reposar porque sabe que padecemos y necesitamos descanso. Al día siguiente, después del desayuno, dije a mis tías lo que pasaba.

No vale la pena de obtener una presidencia si luego no gozamos de esas mil manifestaciones con que los demás celebran nuestro triunfo. ¿Crées que lo celebran? Bueno; lo celebren o no, hacen como que lo celebran y nos lo dicen, y ello es siempre halagador para nuestros oídos. Por mi parte ¡qué quieres, Marianela de mi alma! no me explico ese silencio, ni esa reclusión, sin dejarse ver de nadie.

Resultó de ello que Amaury, criado junto a Magdalena, que era casi de su edad, se había acostumbrado a querer entrañablemente y con amor más que fraternal, a la que le miraba como un hermano. Así, ambos concibieron desde niños, en la sencillez de su alma inocente y en la pureza de su corazón, el proyecto halagador de no separarse nunca.

Nos vimos por primera vez hace tres días... No si debo... Le interrumpió el príncipe con voz algo seca y un ademán imperioso de hombre acostumbrado á no admitir objeciones. Nos conocemos hace muchos años; nos conocemos toda la vida. Luego añadió con un tono halagador: No es gran cosa lo que ofrezco. La servidumbre resulta escasa.

Si la literatura fuese un reflejo de nuestra existencia y no un entretenimiento halagador para los ociosos, hace años que figuraría en ella como elemento principal el dinero moderno, que ha creado una aristocracia de la voluntad, unos héroes más nobles e interesantes que esos galanes pobres que lloriquean de amor, dicen palabras bonitas y son incapaces de ganar un poco de plata para que la señora de sus pensamientos viva con mayores comodidades.

Me pareció que habían adivinado mi secreto, lo cual, aunque en cierto modo me contrariaba, tenía para algo halagador. ¿Quiere usted replicó la rubia que le endulcemos el oído? ¡Jesús, mujer! volvió a exclamar hipócritamente la morena. ¡Qué libertades gastas! La chiquilla se echó a reir. Yo no quiero nada, señorita... respondí.

Lo que inquietaba algo a Juanito, en medio de su felicidad, eran las atenciones que con él tenía su mamá, las miradas cariñosas, los «¡hijo míodichos en un tono halagador, con la suavidad mimosa de una caricia. ¡Malo, malo!