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En un palacio encantado atraviesa los aires, recorriendo todos los países, para buscar el marido que necesita. Grande es el número de los que, atraídos por sus encantos y por la suerte codiciada que les aguarda, se creen dignos de alcanzar su mano.

La negra, que traía una mesa ayudada por un lacayuelo, contestó sobre la pregunta de Quevedo: Vuesamercedes almozarán salmón fresco, pollas asadas, pastelones negros, pichones ensopados, tortas de dama... Basta, basta, y aun diré que sobra, aunque tengo un apetito de gigante encantado. Pues sentémonos dijo Dorotea ; ¿y vos, tenéis también apetito?... Está enamorado...

Después dió la mano al oso que se levantó convertido en un caballero joven y hermoso, el cual le dijo que era un príncipe encantado y que gracias a ella había salido del encantamiento; que si quería casarse con él, se la llevaría a su corte y sería princesa. 80 Se fueron y se casaron y fueron felices por toda su vida, llevándose ella a su padre y a sus hermanas, que también se casaron.

En esto, Sancho Panza, que se había acercado a oír la plática, para adobarlo todo, dijo: -Ahora, señores, quiéranme bien o quiéranme mal por lo que dijere, el caso de ello es que así va encantado mi señor don Quijote como mi madre; él tiene su entero juicio, él come y bebe y hace sus necesidades como los demás hombres, y como las hacía ayer, antes que le enjaulasen.

Pues entonces es mía parra siemprre replicó el tío Frasquito encantado . No creo que fuerrra de Turquía se calcen las mujeres con hojas de lirrrio.

Encantado con aquel lugar, me senté al pie de un árbol, apoyé la espalda contra su tronco y extendiendo las piernas me entregué a la contemplación de la solemne belleza del bosque, a la vez que aspiraba el delicioso aroma de un buen cigarro.

El padre Tomás, aunque más conciliador, confiesa que le ha sorprendido desagradablemente lo que él llama el fracaso de mi inteligencia y de mi razón. Rehusar un joven ocupado en cuestiones tan elevadas... Y yo, que creía que su conversación había encantado a usted... Me interesó, señor cura, lo que no es lo mismo. El interés está lejos del encanto...

Fragoso quedó encantado de aquella brusca energía de nervios y músculos que no recordaba más, y subió a su memoria el recuerdo del viejo combate con la irara; era la misma mordida sobre la cruz: un golpe seco de mandíbula, y a otra rata.

Don Quijote la pasó en sus continuas memorias; pero, con todo eso, dieron los ojos al sueño, y al salir del alba siguieron su camino buscando las riberas del famoso Ebro, donde les sucedió lo que se contará en el capítulo venidero. Capítulo XXIX. De la famosa aventura del barco encantado

La encontré en un concierto de beneficencia, donde cantó magistralmente unos aires húngaros, acompañada por Maraeksy y me quedé encantado por su belleza y por su aire majestuoso. En medio de las señoras del gran mundo que en el estrado prestaban su concurso á la función, Lea parecía una reina.