United States or Qatar ? Vote for the TOP Country of the Week !


El día anterior al en que las señoras de Freneuse estuvieron en el yate, Marenval y Tragomer estaban dando su paseo ordinario, cuando en la orilla de la Serpentina encontraron á miss Maud que iba á pie, seguida de un lacayo y de su coche. ¿Dónde están sus hermanos de usted, miss Maud? preguntó Cristián. En el círculo de los Arqueros, donde según parece hay una apuesta de las más interesantes.

Estoy impaciente por aclarar á ustedes la situación, pero antes es preciso que me la aclare á mi mismo. Al bajar, si ustedes lo permiten, voy á hablar con el buen Giraud. Marenval estrechó la mano de la anciana y María acompañó á su aliado por varias piezas desamuebladas y tristes hasta llegar al vestíbulo.

Marenval miró á la señora de Freneuse y dijo: Ese juicio no se puede considerar como desfavorable en los tiempos que corren. Un individuo demasiado hábil tiene condiciones excepcionales, hoy en día, para lograrlo todo. Pero María juzga al señor de Sorege desde un punto de vista especial, como hombre de mundo y no como hombre de negocios. Eso es lo que hace su censura perfectamente comprensible.

Cuanto más difícil es la misión que uno se impone, más brillante es el éxito. ¿Está usted pronto á ayudarme? y á pesar de todo, dijo Marenval con energía. El bretón miró á su compañero con firmeza. Está bien; es usted el hombre que yo esperaba. Venceremos. Miró el reloj y añadió: Es la una de la madrugada; bastante hemos hablado por hoy. ¿Nuestro pacto de alianza está firmado?

Entre todas esas casas silenciosas y negras, hechas para el duelo, la tristeza y la mala suerte, ninguna más lúgubre que la situada en la calle de Petits-Champs, número 47 duplicado, ante la cual se detuvo muy temprano, el primer día de Pascua de Navidad, el coche de Cipriano Marenval.

, Tragomer, que conoces tan bien todas las circunstancias del crimen, ¿conoces á los criminales? Aquí, amigo mío, entramos en el terreno de las hipótesis. Lo que resultó cierto para Marenval y para después de nuestras primeras averiguaciones, fué tu inocencia. Los medios de establecerla eran menos seguros.

Llegaron en este momento al boulevard Magenta, donde habían tomado la precaución de dejar el coche, y Tragomer dijo á Marenval: Ahora, tenemos que habérnosla con la magistratura. Usted me ha hablado de ver á Pedro Vesín y estoy pronto á dar ese paso... Hace veinte años que le conozco y de levita ó de toga, no me da miedo. ¿Cuándo quiere usted verle? Cuanto antes, mejor. Marenval miró el reloj.

Seré su mujer, Cristián, cuando pueda usted casarse conmigo con la aprobación de todo el mundo. Esté usted tranquila, María, y usted también, señora; ese momento no se hará esperar. Todos eran felices y Marenval saltaba de gozo, atribuyéndose toda aquella alegría. El tiempo pasaba rápido y ya declinaba la tarde cuando la madre y la hija se decidieron á dejar á Jacobo.

Y diga usted, señor Campistrón, ¿en qué época exacta se marchó de Francia? Partió hace dos años con Novelli. Dos años... ¿Está usted seguro? Segurísimo; en el mes de agosto trabajaba todavía conmigo... Mi señora puede decirlo y nuestro acompañante puede atestiguarlo... Toda la casa lo afirmará... ¿Pero con qué objeto? Nadie sabe lo que puede ocurrir, dijo gravemente Marenval.

¿Culpable? interrumpió bruscamente Tragomer. ¿Está usted seguro? Á esta pregunta, tan directamente formulada, se produjo un efecto de estupor. He participado, por desgracia, de la convicción de los magistrados, del jurado y de la opinión pública, dijo Marenval, pues, en realidad, era imposible dudar.