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Pues cuando se supo la aceptación del duque de Tornos, se le destinó el cuarto entero del matrimonio joven. Este bajó de nuevo a ocupar sus antiguas habitaciones. Arreglóse aún mejor de lo que estaba, y eso que estaba bien, pues Venturita había exagerado el lujo de la decoración. Pronto y con poco esfuerzo quedó convertido en una mansión digna del personaje que iba a albergar.

Al cruzar el joven la plaza, observó que dos o tres transeúntes se volvieron y le siguieron con la vista fijamente durante un buen trecho. Arreglose el vestido, sacó el pañuelo y se enjugó la cara antes de penetrar en el establecimiento. Dentro de la taberna había su habitual número de holgazanes, bebiendo y gritando desaforadamente.

De estas ideas peregrinas tienen muchas los desdichados que llegan a refugiarse en el dolor y a proclamarle lugar de asilo. Arreglose, sin embargo, la cuestión mejor de lo que Lucía pensaba, porque aconteció que aquella misma tarde tomó cartas en ella Perico, resolviéndola con su clásico desenfado.

Sus visitas a la hora del crepúsculo fueron cada vez más frecuentes; arreglose de modo de poderla encontrar por las mañanas en el bosque, y presentábase regularmente en su palco el viernes en la Opera y los martes en los Franceses.

Arreglose después prontamente y salieron de casa poco antes de las nueve para oír misa en la Encarnación. Habitaba nuestro matrimonio un cuartito bajo en la plaza de Oriente, amueblado con elegancia y provisto de todas las comodidades compatibles con su fortuna, que desde hacía algún tiempo iba prosperando lindamente. Cirilo trabajaba firme.

En el umbral estaba una mujer cuya audacia y vestidura formaban extraño contraste con su ademán irresoluto y lleno de timidez. La maestra reconoció al primer golpe de vista a la dudosa madre de su anónimo discípulo. Contrariada quizá, tal vez enojada, invitola fríamente a entrar; arreglose instintivamente sus blancos puños y cuello, y recogió su corta falda castamente.

Arreglose para salir, disponiendo el desayuno de la señora, y dando el primer barrido a la casa, y a las siete salía ya con su cesta al brazo por la calle Imperial.