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"Por Dios, que está bueno el negocio, dijeron ellos. ¿Y adónde es su tierra?" "De Castilla la Vieja me dijo él que era", les dije yo. Riéronse mucho el alguacil y el escribano, diciendo: "Bastante relación es ésta para cobrar vuestra deuda, aunque mejor fuese."

Riéronse mucho todas las presentes de la ocurrencia de Diógenes, y este, más que por darles placer, por machacarles las liendres, contóles entonces que Dios no había formado a nuestra madre Eva de la costilla de Adán, sino del rabo de una mona ... Porque aunque este fue su primer intento, y tenía ya la costilla en la mano para formar de ella a la que había de ser causa de tantas desdichas, una mona que le miraba hacer atentamente, arrebatóle de repente el hueso y echó a correr para esconderlo en su madriguera.

Decid á su excelencia dijo que yo, mi majestad el bufón, le mando que me reciba y me oiga. Riéronse todos de la manera cómica con que el tío Manolillo dijo estas palabras, y uno de los oficiales contestó: No está su excelencia de humor para recibiros, tío. ¡Quién le mete al menguado en lo que no le importa! repuso gravemente el bufón ; diga al duque que Felipito mi amigo me envía.

Leopoldina comenzó a alborotar, conmovida a su manera, gritando que aquellos indecentillos eran unos ángeles del cielo, unos santos chiquititos a quienes era necesario venerar, y que en cuanto llegara a la corte había de enviarles a cada uno un par de medias negras, hechas por sus propias manos, con el estambre más fino que pudiera hallarse... Riéronse todos; Currita callaba, sin embargo, sintiendo un extraño enternecimiento que la humillaba y que se apresuraba por lo mismo a combatir, oponiendo a su benéfico influjo el parapeto del orgullo, del inquebrantable orgullo, que viene a ser en el alma como la fortaleza del mal... Aquellos tres novicios, aquellos tres Pedros Fernández en embrión, humillándose por caridad a una mendiga, hiciéronle comprender que aquel otro Pedro Fernández habría podido imponérsele por deber a ella, orgullosa Grande de España, y una luz súbita, semejante a la de un relámpago que ilumina a la vez que aterra, hízole ver claramente lo que antes sospechaba: que aquella carta, que aquella ofensa no venía de un desconocido, de un pobre fraile, de un Pedro Fernández; porque aquella puerta primera que se le cerraba en la vida, no era la puerta de Loyola, era la puerta de Dios...

Vióse un dia Pirron acometido por un perro, y como se deja suponer, tuvo buen cuidado de apartarse, sin detenerse á examinar si aquello era un perro verdadero ó solo una apariencia; riéronse los circunstantes echándole en cara la incongruencia de su conducta con su doctrina, mas Pirron les respondió con la siguiente sentencia que para el caso era muy profunda: «es difícil despojarse totalmente de la naturaleza humana

Diógenes, mirando también hacia el mismo sitio, cogió a Jacobo por un brazo y echó al mismo tiempo, con la mano izquierda, una gran bendición en el aire. Riéronse los del palco estrepitosamente, y Leopoldina dijo muy seria: ¡Anda!... Ya los casó Diógenes... Currita, muy alterada, volvió a preguntar: Pero ¿quién puede estar ahí?...

Distraído siempre el buen señor, trituraba de continuo lo que cogía al alcance de sus dedos de espárrago, y a estos destrozos sin cuento de muebles y cachivaches debía el apodo de el Ciclón Literario. Riéronse todos; y la salida del académico, que no era otra sino el informe de Guillotín a la Asamblea francesa sobre su terrible invento, vino a aclarar algo la sombría atmósfera.

Era un muchacho como de diecisiete años, rapado, con uniforme de alumno de la Academia de artillería, parecidísimo a Nucha y a Carmen cuanto puede parecerse un pelón a dos señoritas con buenas trenzas de pelo. Es mi niño afirmó Nucha muy grave. ¿Tu niño? Riéronse las otras hermanas a carcajadas, y don Pedro exclamó cayendo en la cuenta: ¡Bah!, ya .

A lo cual respondí yo que me llamaría a hambre, que es el sagrado de los estudiantes, y si no me valiese diría: "Como se entraron sin llamar a la puerta, como en su casa, entendí que eran nuestros." Riéronse todos de las disculpas. Dijo don Diego: "A fe, Pablos, que os hacéis a las armas."

Riéronse todos, y la Dolorida prosiguió: -Y este tal caballo, si es que Malambruno quiere dar fin a nuestra desgracia, antes que sea media hora entrada la noche, estará en nuestra presencia, porque él me significó que la señal que me daría por donde yo entendiese que había hallado el caballero que buscaba, sería enviarme el caballo, donde fuese con comodidad y presteza.