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Ejércitos respetables marchan en diferentes direcciones para combatir y destruir en todos puntos a los anarquizadores. El excelentísimo señor gobernador de Santa Fe, brigadier don Estanislao López, es el jefe que manda las fuerzas combinadas de los Gobiernos litorales aliados en perpetua federación, y que ya están en campaña.

Ya saben ustedes que la columna mandada por Collingwood se dirigió a combatir la retaguardia, mientras Nelson marchó contra el centro.

De acuerdo con los que han estudiado la mentalidad de la mayoría de nuestro pueblo, resulta evidente que la superstición es el enemigo que tenemos que combatir, que ella es la causa de los errores morales que observamos.

El movimiento estenocista no tuvo, pues, como se empeñan algunos en afirmar, un carácter francamente político. Los únicos que tal vez obraban con sinceridad al combatir la Ley Morúa eran Estenoz y sus principales lugartenientes, por ser ellos los únicos á quienes la derogación de la tal Ley interesaba.

Háblala del cielo cuanto quieras; pero no te obstines en preparar su ánimo a combatir pecados que no conoce, porque no es cuerdo aplicar remedio donde no hay enfermedad: y, sobre todo, por lo que más quieras en el mundo, no turbes la paz de la casa; no vayas a hacer aquí, en pequeño, el papel de esos curas extraviados que andan moviendo guerra en el campo.

Pero como hay mucho que combatir y muchos obstáculos que vencer todavía, tal vez durante siglos, yo aplaudo los poderosos estímulos que en ti hay, y aunque renacidos tan tarde y tan fuera de sazón, no quiero sofocarlos, sino darles pábulo y hasta satisfacción en cuanto esté a mi alcance, valiéndome para ello de mi ciencia portentosa.

Ojeda, al frente de unos cuantos, salía diariamente a combatir por la comida. Encuentro hubo del que surgió llevando en su rodela, según los cronistas, las señales de más de trescientos flechazos. Otras veces era tanto el peso de los enemigos arremolinados sobre él, que se doblaba y seguía combatiendo de rodillas, cubriéndose con el escudo.

Pues usted dirá... don Fermín... yo soy esclavo de su voluntad.... Quiero el perdón de Dios y el de usted... el de usted a quien tanto he ofendido haciéndome eco de calumnias.... Y crea usted que yo no le quería a usted mal, pero como mi propósito era combatir el fanatismo, al clero en general... y además Barinaga sólo así podía ser conquistado.... ¡Oh Barinaga! ¡infeliz don Santos! ¿Estará en el infierno, verdad, don Fermín? ¡Infeliz! ¡Y por mi culpa!

Los ingleses, en todo caso, hablarían de Spain and Marocco, y la verdad es que si nosotros no tuviéramos con Europa más analogía que la de oponernos a la vacunación obligatoria, no tendríamos analogía ninguna y estaríamos completamente unidos al África. Porque Europa puede combatir la vacunación obligatoria y nosotros no.

Hubiera preferido combatir cara a cara los obstáculos, congregar repentinamente la familia y convencerla de su error; pero no se aventuró a tanto y, mal de su grado, como no pudo ser violento, se hizo astuto: soñó con desempeñar papel de apóstol batallador, y hubo de limitarse a obrar como jesuita de novela, pero de buena fe, con limpia intención, seguro de poner el ánimo en una empresa honrada.