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Llorad, llorad, poetas orientales, Al que cantó las penas del Esclavo, Al que en la Cruz, con versos celestiales Cantó, pendiente del sangriento clavo; Que como Job sobre la piedra dura Inflamado de espíritu inmortal, Brillaba su alma transparente y pura Tendido sobre inmundo lodazal.

Desde á pocos días después de llegado se echó bando, que duró una hora el publicarle, y entre muchas cosas que decía mandaba que ningún soldado fuese á correr en Berbería ni tomase ropa ni esclavo á otro, so pena de la vida.

Eres el grito del derecho herido, la encarnación de las candentes lágrimas que en la noche sin luz de su pasado, de mi país los ojos escaldaban. Yo te leí cien veces. Noble amigo, hallé siempre flotando en cada página, un paño para el llanto del esclavo, para el tirano vengadora tralla.

A veces, la mujer, dueña absoluta del hogar, como lo exigen las buenas costumbres, se ve obligada á poner mal gesto y á infundir un poco de miedo á su compañero masculino, pues éste pretende usurparle sus funciones y grita que no quiere ser esclavo. Me dirá usted que así empezaron las mujeres antes de la Verdadera Revolución; pero el caso no es el mismo.

Pero tienes razón; no soy tu señor ni aun tu amigo; soy menos que eso, soy tu esclavo; pero un esclavo que vive para ti y por ti. Dorotea hizo otro nuevo movimiento de impaciencia. , , voy... perdóname, porque no ni lo que digo ni lo que hago. Voy por don Juan. Y el bufón salió.

Ya quien eres, cristiano, Tu virtud, valor, y suerte, Y que presto has de verte En el patrio suelo Hispano. Esta Silvia es tu muger? Si señor. Y adonde ibas Quando en las aguas esquivas Perdiste todo el placer? Yo te lo diré, señor, En verdaderas razones. De otro Rey y otras prisiones Fui yo esclavo, que fue amor.

Yo te quería ya, yo te amaba siempre, a pesar de mis devaneos. Pero ahora te adoro, ahora soy tu esclavo. Esta deuda es sagrada, es doble; deuda del corazón y deuda de bolsillo. Te pagaré religiosamente. ISIDORA. ¡Pagarme! ¡Ay! Yo no cobro nunca. Mis manos no nacieron para eso. Si en algo estimas el beneficio que de has recibido, ya sabes la recompensa que quiero.

Un pueblo que sabe honrar la memoria de sus grandes ciudadanos, eternizándola en el bronce ó el mármol, en las plazas publicas, á la vista de todo el mundo, no puede ser jamas esclavo.

Corrió en busca del indulto, pero cuando volvió, halló á su marido desnudo, despedazado. En aquel instante encontraron debajo de una anda á un negro esclavo de D. Diego Azero, y le dieron la misma muerte.

Lo que vos, respondió Zadig; adoro esas luces, y no hago caso de su amo y mio. Setoc entendió lo profundo del apólogo, albergó en su alma la sabiduria de su esclavo, dexó de tributar homenage á las criaturas, y adoró el Ser eterno que las ha formado.