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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Beranger, sintetisando los principales rasgos de su carácter moral y de su apostolado intelectual, ha colocado sobre su cabeza inspirada la auréola fulgurante de la poesía, imitando el conocido capítulo del libro de Lamennais que tiene por epígrafe: «¿Á dónde vás, jóven soldado? Voy á combatir por mi creencia

»Pero, si no existía error en el diagnóstico, podía haberlo en el tratamiento, y aferrado a esta esperanza comenzó a exponer los medios que había puesto en práctica para combatir el mal; los sistemas, ya propios, ya ajenos, que había seguido, y las armas esgrimidas contra la horrible dolencia, imposible de vencer. ¿Qué otra cosa le quedaba por hacer?

La nube que oscurecía la frente de Simoun se disipó de repente, un rayo de triunfo brilló en sus ojos, y cual si hubiese encontrado lo que buscaba, exclamó: ¡Tengo razon, , tengo razon! el derecho me asiste, la justicia está de mi parte, porque mi causa es la de los desgraciados... ¡Gracias, joven, gracias! Usted viene á disipar mis dudas, á combatir mis vacilaciones...

Mi propia vida interior, cuando la externa no ofrece interés, basta para entretenerme. Sin embargo, sentíme ayer tarde acometida por invencible melancolía. «¿Qué hacerme dije . Y para combatir la murria, ocurrióseme ir a visitar a mi amiga Margarita, la viuda de Esquilón, en quien la sensibilidad y estado de ánimo constituyen siempre un divertido espectáculo.

Toda la vida pública de Quiroga me parece resumida en estos datos. Veo en ellos el hombre grande, el hombre genio a su pesar, sin saberlo él, el César, el Tamerlán, el Mahoma. Ha nacido así y no es culpa suya; se abajará en las escalas sociales para mandar, para dominar, para combatir el poder de la ciudad, la partida de la policía.

¿Quién desarmó la fuerza De los cincuenta brazos, Que un pino gigantesco Podrían sacudir? Dos hombres que se acercan Al medio de la liza, Y muestran ser campeones Que quieren combatir. El uno es Diego Zamora Apellidado el «valiente», Cuya daga vencedora A sus contrarios devora Y es el terror de la gente.

Después de largos estudios han deducido, pues, los economistas que el dinero es indispensable al hombre desde el momento que el hombre vive en sociedad; aguda sentencia, cuya verdad resplandece más que la luz del mediodía. Empezaré por combatir algunos errores. El primero y más capital consiste en creer que, en nuestros días, es el dinero más estimado que en otras épocas. Nada más falso.

Los nuevos pensamientos no se le acumulaban tanto en la cabeza, porque no era tan reservada conmigo como antes; pero allá le quedaban los gérmenes que los producían, y esto era lo peligroso. »Ángel me ayudaba heroicamente a combatir el mal; pero eran inútiles nuestros esfuerzos.

Tenía fe incontrastable en el progreso moderno, y echaba mano de los inventos realizados continuamente por la industria humana para combatir los argumentos deleznables, y pulverizarlos, de sus constantes enemigos los partidarios de la tradición, entre los cuales no era el menos empedernido y molesto su mujer.

¡Adiós amistades recientes, respetos nacidos junto al ataúd de un pobre niño! Toda la consideración creada por la desgracia veníase abajo como torre de naipes, desvanecíase como tenue nube, reapareciendo de golpe el antiguo odio, la solidaridad de toda la huerta, que al combatir al intruso defendía su propia existencia. ¡Y en qué momento resurgía esta animosidad!

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