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Que cualquiera destas cosas que quieras ha de redundar en pérdida de tu crédito y fama. Mejor es que disimules tu agravio, y no des lugar a que este mal hombre entre ahora en esta casa y nos halle solas.

No hace falta dijo Refugio con arranque, echándoselas de noble y desprendida . Entre personas de la familia... ¡Ah!, esta tarde le mandaré el sombrero y las demás cosillas. Como quieras... Aguarde un momento, que le voy a decir una cosa. ¿Qué? preguntó Rosalía aterrada otra vez. Le voy a contar lo que dijo de usted la marquesa de Tellería. ¿De ? De usted... ahí, sentadita en ese mismo sillón.

No hay chica más guapa ni mejor educada. Habéis nacido el uno para el otro. Y por un rato el zagalillo tenía el placer de escuchar el panegírico de su adorada. Espero que me protegerás. Todo lo que quieras, mi alma.

¿No te he dicho que soy la comadreja del alcázar, que velo mientras los otros duermen, que todo lo veo y lo oigo? Pues bien; por esa razón que tu hija es querida... ¡Querida! exclamó el duque afectando una explosión de dignidad ofendida. Querida, manceba, moza, entretenimiento, como quieras, de don Francisco de Quevedo. ¡Mentira!

Como quieras, volvió a decir Nieves con el mismo ademán y el mismo gesto de antes, pero algo más descolorida y emocionada. Pues allá va en plata de ley añadió Bermúdez, no muy sereno tampoco . Entre ese muchacho y ha llegado a desenvolverse un... vamos, un afecto, digámoslo así, más... más hondo, más fuerte que el de la amistad...

La vida no me importa... dentro de unos meses esto se acaba... mejor. Lo que quiero es que vayas otra vez allá. ¡No! ya te dije. ¡No, vamos! ¡No quiero que no quieras ir! ¡Me mata esto! ¿Por qué no quieres ir? Ya te he dicho: ¡no-qui-e-ro! Ni una palabra más sobre esto, ¿oyes? La angustia de la noche anterior tornó a desmesurarle los ojos.

¡Cómo me gusta entrar aquí cuando estás trabajando!... Me parece que ya eres mío. Los días que no vienes también suelo entrar alguna vez, para fingirme que vivimos juntos... y estabas aquí... y que ibas a volver en seguida. ¡Qué lejos está eso! Mientras me quieras, no importa. ¿Sabes, Paz, que parecemos tontos? ¿Por qué? : , tonta; yo, malo.

Has que quieras; estás en tu casa; eres como el jefe de la familia. Aquí estamos para servirte y obedecerte. Pero qué, ¿vas a salir con ese traje? agregó viendo el mío empolvado y sin aliño. No, vístete otro mejor. ¡Andrés trajo ya el baúl!... Vístete; sal a pasear, a que te vean....

Aquí hace mucho frío. Vamos donde quieras. Se cogió el marino del brazo del médico, y se hundieron ambos en la breve puertecilla de la cámara. Dentro del fumador se sentía más intenso trepidante el resuello del buque y quedaba confusa y apagada la voz grave del mar.

Y aquí paz... No, no; recíbele todo lo que quieras dijo él variando de táctica con la rapidez del genio . Si, como dices, es una persona formal, podría ser que te conviniera cultivar su amistad. Fortunata no comprendió bien, y él se envalentonó con el silencio de ella. «Porque, hija mía, yo debo decirte que no podemos seguir así».