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No aguardó más don Diego, y volviéndose a su casa encontró con los dos caballeros del hábito y cadena amigos míos, junto a la Puerta del Sol, y contóles lo que pasaba y díjoles que se aparejasen y en viéndome a la noche en la calle, que me magullasen los cascos; y que me conocerían en la capa que él traía, que la llevaría yo.

-Ese es -replicó- el que yo digo. Y no quisiera más renta al servicio de Dios que la que tiene a más de dos mil ducados. Contóles otros embustes, quedáronse espantadas, y él las dejó una cédula de cambio fingida, que traía a cobrar en , de nueve mil escudos. Díjoles que me la diesen para que la aceptase, y fuese. Creyeron la riqueza la niña y la madre y acotáronme luego para marido.

Gritó la moza, bajó el bachiller, Dios solo sabe en qué apariencias, metieron adentro a Cervantes, y desnudáronle y acostáronle. Contoles Cervantes lo que le acontecía, y con tal encarecimiento de dolor y de desesperación, que no parecía sino que para él todo en el mundo había acabado.

Riéronse mucho todas las presentes de la ocurrencia de Diógenes, y este, más que por darles placer, por machacarles las liendres, contóles entonces que Dios no había formado a nuestra madre Eva de la costilla de Adán, sino del rabo de una mona ... Porque aunque este fue su primer intento, y tenía ya la costilla en la mano para formar de ella a la que había de ser causa de tantas desdichas, una mona que le miraba hacer atentamente, arrebatóle de repente el hueso y echó a correr para esconderlo en su madriguera.

Contóles la propiedad que tenía, encargóles el secreto y díjoles que aquél era el primero día donde se había de probar la virtud de la tal cabeza encantada; y si no eran los dos amigos de don Antonio, ninguna otra persona sabía el busilis del encanto, y aun si don Antonio no se le hubiera descubierto primero a sus amigos, también ellos cayeran en la admiración en que los demás cayeron, sin ser posible otra cosa: con tal traza y tal orden estaba fabricada.

Contóles asimismo casi todas las aventuras que Sancho había contado, de que no poco se admiraron y rieron, por parecerles lo que a todos parecía: ser el más estraño género de locura que podía caber en pensamiento desparatado.