United States or Nigeria ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pues, hombre, Curra... La Villamelona. ¿No sabes?... Diógenes le ha puesto ese nombre desde que le dio por fumar en pipa, en un narghilé precioso que le regaló el embajador de Marruecos... Es una mona famosa que hay en el jardín zoológico de Londres yo la he visto y fuma en pipa con una gracia y unos mohínes que recuerdan a Curra por completo.

¡Ah! dijo el hombre ; yo soy, Diógenes trasegado, que anda en busca de un hombre y no le hallo. Y yo soy una dama andante, que busca á una mujer y no la encuentra. Acercábanse entretanto los dos interlocutores. Pero hallo una mujer dijo el de la linterna , lo que no es poco, y me doy por bien hallado. Y yo dijo la condesa con afecto encuentro un hombre, y me doy por satisfecha.

Y en medio del pasmo de todos y de sus risas después, explicó entonces Diógenes el enigma... Mientras las cuadrillas del ajedrez bailaban, hallábase sir Roberto Beltz al lado de Diógenes, mirando con grande atención al tío Frasquito, que muy pomposo y satisfecho en su papel de rey, movíase con pausa y majestad sobre el tapiz a cuadros rojos y blancos que representaba el tablero.

No desmayéis en predicar el Evangelio de la delicadeza a los escitas, el Evangelio de la inteligencia a los beocios, el Evangelio del desinterés a los fenicios. Basta que el pensamiento insista en ser en demostrar que existe, con la demostración que daba Diógenes del movimiento , para que su dilatación sea ineluctable y para que su triunfo sea seguro.

Preciso era tirar por otro camino, y la casualidad trajo a Jacobo quién había de indicárselo. Era este Diógenes, que acudía muy de mañana, atraído por el dinero que se le figuraba traer el plenipotenciario, como los buitres acuden al olor de la carne muerta.

La mujer que había velado durante la noche estaba allí, sentada en un rincón, haciendo calceta; llamáronla desde fuera un momento y Diógenes pensó entonces que también a él le llamaban a dar cuenta, y encontró al punto la respuesta en uno de sus mil cuentos chocarreros que le puso delante la memoria.

Modestísimo rubor en el rostro de la agraciada, que extiende las manos y mueve la cabeza diciendo que no... La duquesa de Bara la anima cariñosamente... La García Gómez detiene su indignación, hasta ver si está ella incluida en la lista... Tras el telón, Butrón mira a Pulido, y Pulido mira a Butrón, y ambos se ríen... El tío Frasquito, envuelto en su dignidad, permanece en cuclillas... Diógenes aparece sobre el tablado y busca algo junto a la pared, dentro de los bastidores del lado izquierdo... La marquesa de Butrón prosigue...

¡No, hombre, si no es preciso! replicó la marquesa sin poder contener una sonrisa . Piensa ahora, y luego el padre te ayudará. Largo rato permaneció Diógenes silencioso, sosteniendo con ambas manos el crucifijo, fijos en él los ojos.

A través de la puerta cerrada oíanse a veces los sollozos de Diógenes, y escuchábanse otras los gritos de horror que él mismo se inspiraba a mismo, seguidos del llanto de la contrición, desolado, abundante, pero dulce y sin amargura, como lo es el de todo dolor que se apoya en la fe y en la esperanza.

Currita, impulsada por el repostero de Butrón, llegaba a las columnas de Hércules de la celebridad femenina. ¡Magnífico! exclamó tomando uno la duquesa de Bara . El pensamiento es oportuno... Curra simbolizada por un sorbete... No se puede dar imagen más completa de su frescura. ¿No es verdad, Diógenes?... Diógenes acudió, arrastrando los pies, y se dejó caer en una silla. Estoy malo dijo.