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¡Te vas, hijo mío! exclamó el millonario con repentino enternecimiento. Ya sabes que te he querido casi como un hijo. Allí donde estés, si necesitas algo de , habla; si quieres volver, vuelve. No nos despidamos ahora. Iré á verte: vendrás á... El ingeniero, levantando la cabeza con repentina vivacidad, le interrumpió.

¡Oh! no, señora, no prosiga usted... es suficiente con lo que me ha dicho... Me conmueve su interés hacia y los sentimientos que lo han inspirado... mas comprenderá que, cuestión tan grave como la que tratamos, no puede resolverse en un momento de enternecimiento... Permítame que medite sobre estos puntos con la calma que es de razón... Mi trabajo está ya terminado... aún puedo disponer de algunos días... Mi intención, que puede usted comunicar a su amiga, es consagrarlos a hacer un corto viaje al extranjero... una excursión a Suiza... Insisto más que nunca ahora en mi resolución, porque tengo necesidad de la ausencia para fijar mis ideas... Pienso partir mañana...

Miré otra vez con enternecimiento el alféizar de aquella ventana en que mi adorada se sentaba; pero al instante volví en mi acuerdo, juzgando que no era hora de enternecerse ni pensar en niñerías, sino de aguzar el ingenio y dar gallarda muestra de ser tan buen dialéctico como poeta.

Me encontraba solo, abandonado é infeliz, pero unos amigos se acordaron de y me han sacado de mi desierto. Juzgue usted, pues, de la alegría que experimento esta noche y de mi agradecimiento. Su voz era tan triste, tan dulce, tan tierna, que Jenny se sintió transida de dolor. Pero su enternecimiento no pudo durar mucho tiempo.

Nuncita sonrió con enternecimiento al recuerdo de aquellos tiempos, y repuso bajando los ojos con graciosa timidez: D. Máximo venía a casa todos los días, pero nunca me requirió de amores. ¡Qué amores ni qué calabazas! exclamó Paco. Di que quien te gustaba de verdad era el teniente, y concluirás más pronto.

En el mismo momento, Mauricio y Herminia, un poco inquietos al ver lo que duraba la conferencia, abrieron la puerta del salón. El espectáculo que se ofreció á sus ojos era de tal modo sorprendente, que permanecieron inmóviles: la señorita Guichard y Roussel se abrazaban, y no para ahogarse, porque ambos reían con algo de enternecimiento. Venid, hijos míos, dijo Roussel.

Hay así muchos accidentes que se presume que son involuntarios; ¡quién sabe si la dicha no depende en gran parte de la voluntad de ser dichoso!... Dios la oiga, mi querida Magdalena dije, usando una expresión que no había vuelto a emplear hacía ya tres años. Pronunciando estas últimas palabras me levanté embargado de un enternecimiento que no era dueño de ocultar.

No era ya hora de visitar el convento; lo dejamos para el día siguiente. Pasamos, sin embargo, por delante de él cogidos del brazo. Era un edificio grande y vetusto, con dos torres almenadas, que había sido palacio o casa solariega de un título y estaba situado en una plazoleta con árboles. Mira me dijo mi esposa con enternecimiento : ¿ves aquellas dos ventanitas de la torre?

Hubiera sido difícil adivinar el sentido exacto de esta exclamación; irritación, pesar, despecho, descontento contra los demás y contra mismo, había un poco de todo esto. En cambio, ni sombra de enternecimiento ni de piedad había en su mirada seca.

Si me fuera posible sentir por ella lo que siento por la otra, ni en la tierra ni en el cielo habría un ser más feliz que yo. Recordó con enternecimiento el primer beso que la dió por sorpresa viniendo de paseo, y el rubor que se apoderó de ella instantáneamente.