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Actualizado: 18 de junio de 2025
Miss Nicholson respondió con un gesto expresivo acompañado de cierta expresión que a nuestra lengua podríamos traducir por ¡caramba!, arrojándose en seguida al cuello de la vizcondesa, a quien cubrió de besos, para salir después con su aire marcial, la frente radiante, cual si ya reposaran en ella los elegantes florones de la corona de marquesa.
Venían de afuera muchos viajeros a ver el país: y luego escribían libros de muchas hojas, en que contaban la hermosura del palacio y el jardín, y lo de los naranjos, y lo de los peces, y lo de las rosas rojinegras; pero todos los libros decían que el ruiseñor era lo más maravilloso: y los poetas escribían versos al ruiseñor que vivía en un árbol del bosque, y cantaba a los pobres pescadores los cantos que les alegraban el corazón: hasta que el emperador vio los libros, y del contento que tenía le dio con el dedo tres vueltas a la punta de la barba, porque era mucho lo que celebraban su palacio y su jardín; pero cuando llegó adonde hablaban del ruiseñor: «¿Qué ruiseñor es éste, dijo, que yo nunca he oído hablar de él? ¡Parece que en los libros se aprende algo! ¡Y esta gente de mi palacio de porcelana, que me dice todos los días que yo no tengo nada que aprender! ¡Venga ahora mismo el mandarín mayor!» Y vino, saludando hasta el suelo, el mandarín mayor, con su túnica de seda azul celeste, de florones de oro. «¡Puh! ¡puh!» contestaba el mandarín, hinchando la cabeza, a todos los que le hablaban.
Sus aldabones figuran una cinta enlazada con florones enmedio, y en ella esta letra: Benedictus Dominus Deus Israel. Esta puerta, llamada del Perdon por las indulgencias que en ella se ganaban, conduce á un vestíbulo magestuoso de bóveda esférica sostenida en arcos, y de este vestíbulo se baja al patio de los Naranjos por nueve espaciosas gradas de jaspe azul, modernamente labradas.
La entrada á este resto de patio islamita es un magnífico arco con un arrabá de florones de tracería rectilínea de estilo africano.
Si penetramos en cualquiera de los aposentos de aquellas espléndidas moradas, observaremos á la primera ojeada la estrecha unión del viejo con el nuevo estilo; pues, si en unos cautivan la vista las yeserías y azulejos moriscos ó de tradición gótica y los techos de alfarje ricamente pintados y dorados, en otros, todos estos pormenores pertenecen al gusto italiano, observándose, frecuentemente, en las obras de carpintería, como techos y puertas, que las trazas son moriscas y los ornatos platerescos ó viceversa . Los carpinteros de lo blanco eran entonces tan hábiles para combinar el más complicado alfarje de 16 ó 18 lazos, como la más suntuosa techumbre de casetones cuadrados, exagonales, ú octógonos, realzados de riquísimas molduras y valientes florones, cuando nó con bustos y hasta cuerpos enteros de damas ó de varones, ya en alto relieve, ya exentos por completo, ó bien con escudos encerrados en elegantes láureas ó tarjas.
No debió ser de larga duracion esta obra, porque lo único que se hizo fué reformar el cuerpo inferior de la referida cámara, demoliendo su antigua decoracion de estuco y poniendo en su lugar la que ahora se observa, que, á pesar del cuidado con que se llevó á cabo esta restauracion siguiendo el estilo sarraceno, se distingue perfectamente de la obra morisca por las armas de Castilla y Leon esculpidas entre los florones de su tracería, y por la misma ejecucion de la labor, menos concluida y menos brillante que la de los artífices de Almanzor.
Ahora basta á nuestro propósito recordar las poesías líricas religiosas, tan innumerables y excelentes, que forman uno de los más bellos florones de la literatura española, y llevan impreso el sello místico de la época en caracteres tan nobles como puros . Para sentir en toda su fuerza estos bellísimos cantos; para apreciar la influencia que tuvieron en fortalecer el espíritu religioso de la nación, es indispensable conocer su origen y objeto, hoy casi olvidado.
Palabra del Dia
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