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Sabadell era un loco, un mentecato que había prestado por carambola algunos servicios al partido, pero que no era de la madera de que la Restauración había de hacer sus ministros; hubiera podido serlo con un Prim o con un Serrano, pero nunca con un Cánovas del Castillo y con un Butrón...

A pesar de la entonación seria con que pronunciaba estas palabras y del gesto triste y compasivo con que las acompañaba, creí advertir debajo de ellas una ironía feroz que me causó miedo y repugnancia. Para elecciones reñidas, las que yo he presenciado en Jerez a raíz de la restauración dijo Villa. Durante los años de la revolución, parece que la gente tomaba menos interés en ellas.

Era yo una bella princesa encantada que esperaba al hermoso caballero encantador del tapiz, pues en aquel tiempo que ha pasado después, tenía la vocación del matrimonio, una vocación seria, ardiente y resuelta... Encontraba al príncipe también en el salón bajo la forma de un joven y bizarro oficial de la Restauración, mi bisabuelo.

La veneracion pública borró el nombre de San Pedro y San Pablo, para llamar al nuevo edificio Santa Genoveva. La Asamblea constituyente borró el nombre de Santa Genoveva, para denominarlo el Panteon, despojándolo del culto católico. Napoleon I no le volvió el nombre de la santa; pero le devolvió su culto. La restauracion borra el nombre de Panteon, para llamarlo nuevamente Santa Genoveva.

Abrió entonces el saco de noticias el general Pastor, y dando a entender, con cierta vanidad política, que callaba mucho más de lo que decía, confirmó todo lo dicho por el tío Frasquito, añadiendo que la proclamación de la República era un paso gigantesco dado hacia la Restauración; que los desórdenes más terribles no tardarían en estallar en España, y alarmadas las potencias europeas con los escarmientos de la Commune en Francia, se apresurarían a intervenir en favor del príncipe Alfonso.

No debió ser de larga duracion esta obra, porque lo único que se hizo fué reformar el cuerpo inferior de la referida cámara, demoliendo su antigua decoracion de estuco y poniendo en su lugar la que ahora se observa, que, á pesar del cuidado con que se llevó á cabo esta restauracion siguiendo el estilo sarraceno, se distingue perfectamente de la obra morisca por las armas de Castilla y Leon esculpidas entre los florones de su tracería, y por la misma ejecucion de la labor, menos concluida y menos brillante que la de los artífices de Almanzor.

Y así, sin más dudas ni recelos, atravesó el señor Joaquín la borrasca revolucionaria y entró en la restauración, muy satisfecho porque don Fulano sobrenadaba, y se apreciaban sus méritos, y tenía la sartén por el mango hoy como ayer.

Este afán de separarse de la corriente, de romper toda regla, de desafiar murmuraciones y vencer imposibles y provocar escándalos, no era en ella alarde frío, pedantesca vanidad de mujer extraviada por lecturas disparatadas; era espontánea perversión del espíritu, prurito de enferma. Mucho perdió el primo Sebastián con aquella restauración de la iconoteca familiar.

Un historiador del revuelto tiempo de la Liga no escribia de la misma suerte que otro del reinado de Luis XIV; y trasladándonos á épocas mas cercanas, las de la revolucion, de Napoleon, de la restauracion, y de la dinastía de Orleans, han debido inspirar al escritor otro estilo y lenguaje.

Mucho despues, la ciudad del Obispo entró á formar parte de Paris, y habiéndose verificado la apertura de la calle Real, determinaron construir el actual templo de la Magdalena, enfrente del palacio de Borbon y de la plaza de Luis XV. Este monarca principió la obra, la cual, atravesando la Revolucion, el Imperio y la Restauracion, llegó á Luis Felipe, que la puso la última piedra.