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Será una alegre boda, y como me habéis sido útil en este asunto, haré de modo que asistáis a ella. Hay tras de vuestra casa, cerca del bosque, un retazo en que hubo cebada. Desde mañana podéis cultivarla, os la doy en locación. La campesina balbuceó un agradecimiento, y se alejó por el sendero que estaba cercado de zarzas a ambos lados.

En efecto, un vestido que recuerda la hopalanda de un cochero, y que ha sido cortado en un pequeño retazo de paño con el cual no se han podido cortar capuchas en miniatura, no es muy aparente para ocultar los defectos de las formas. Por otra parte, el marrón no es un color apropiado para hacer resaltar vivamente las mejillas pálidas.

La reina mui alta, plañiendo sus ojos, De lágrimas cubra su noble regazo: Las otras doncellas se fagan retazo Los rostros é manos; é tomen enojos, Las sus vias sean por sendas de abrojos Vestidas con luto de roto pedazo: Las dueñas ancianas la tomen de brazo, E lloren con ella de preces é innojos.

El padre admiró el pequeño retazo de oro en las bocamangas del capotón gris con los faldones abrochados atrás, examinando después el casco azul obscuro de bordes planos adoptado por los franceses para la guerra de trincheras. El kepis tradicional había desaparecido. Un airoso capacete, semejante al de los arcabuceros de los tercios españoles, sombreaba el rostro de Julio.

Y así llegaron los cuatro ciegos al palacio del rajá, que era por fuera como un castillo, y por dentro como una caja de piedras preciosas, lleno todo de cojines y de colgaduras, y el techo bordado, y las paredes con florones de esmeraldas y zafiros, y las sillas de marfil, y el trono del rajá de marfil y de oro. «Venimos, señor rajá, a que nos deje ver con nuestras manos, que son los ojos de los pobres ciegos, cómo es de figura un elefante manso.» «Los ciegos son santos», dijo el rajá, «los hombres que desean saber son santos: los hombres deben aprenderlo todo por mismos, y no creer sin preguntar, ni hablar sin entender, ni pensar como esclavos lo que les mandan pensar otros: vayan los cuatro ciegos a ver con sus manos el elefante mansoEcharon a correr los cuatro, como si les hubiera vuelto de repente la vista: uno cayó de nariz sobre las gradas del trono del rajá: otro dio tan recio contra la pared que se cayó sentado, viendo si se le había ido en el coscorrón algún retazo de cabeza: los otros dos, con los brazos abiertos, se quedaron de repente abrazados.

No creáis eso, hija mía. Si deseáis tener un jardincito, yo me ocuparé estas largas tardes en cercar un pequeño retazo de tierra inculta, como para que tengáis un cantero o dos de flores. Además, me será fácil remover un poco de tierra por la mañana antes de ponerme al trabajo. ¿Por qué no me dijisteis antes que deseabais tener un jardincito?

Entonces advirtió con sorpresa que la cigüeña tenía allí, suspendido de listón muy sutil, un pequeño retazo de tela de seda, que, flexible y apiñada, formaba poquísimo bulto. Poldy no pudo resistir la curiosidad ni vencer el deseo de apoderarse de aquella prenda. Pronto desató el lazo conque por medio del listón colgaba la prenda del cuello del pájaro y se quedó con la prenda en las manos.

. De un templo en las gradas Fundó Rizal sus obras celebradas, !Texto o arquitectura De un amor infinito, legendario, Que revela en artística hermosura Su noble corazón humanitario. Y, por Rizal os juro, Al entregar el último retazo De este papel en que sus artes trazo, Que es preciso que "Euterpe" siempre viva En el amor más puro De aquella iniciativa.

Componíase en un principio de un retazo de monte y de trescientas fanegas de tierra de sembradura; pero, debido a los apuros del señor, había ido mermando rápidamente, hasta reducirse a un espeso carrascal y a estrecha lonja de prado, en cuyo extremo se levantaba la ruinosa casería de los padres de doña Brianda. La jara, el cantueso y la viciosa maleza habían invadido los jardines que existieron.

Estaba tan rotoso, que daba lástima; por los agujeros del pantalón asomaba la carne de las piernas; no tenía chaleco, y la camisa, si camisa puede llamarse el retazo de lienzo color de chocolate que le cubría a medias el pecho, carecía de puños y de cuello o por lo menos, no se mostraban; la chaqueta estaba acribillada de manchas, y de los zapatos y el sombrero vale más no hablar.