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Si se reunen, el punto de reunion deberá ser una substancia simple so pena de caer de nuevo en la multiplicidad de conciencias; si no se reunen, las muchas conciencias internas de cada hombre se parecerán á las conciencias de distintos hombres, cada substancia pensará lo suyo, sin saber nada de lo que piensa la otra.

Con la riqueza habían llegado los hombres negros, que se hacían los amos de todo, que se apoderaban de las conciencias, acabando por poner sus manos en los bienes materiales. Si la riqueza de la villa se agotara de pronto, aquellas aves de tristeza levantarían el vuelo hacia otros países. El suelo sería más pobre, pero renacería en él como planta de consuelo la alegría de la vida.

Esto, como era de esperar, había excitado vivamente las conciencias timoratas, encendiendo en las provincias del Norte, más religiosas de suyo y más apegadas a nuestra tradición, una obstinada y sangrienta guerra civil que amenazaba concluir con el orden político establecido y de paso con nuestra riqueza y prestigio.

La quema de las candelas, los altares que se ven en la mayor parte de las casas de los chinos, la práctica de su ritual, y la exhibición de sus genios y Confucios son bastantes pruebas de la tolerancia, ó mejor dicho, de la protección en materia religiosa. Esta transigencia que vemos en el terreno de las conciencias, la vemos quizá más amplia en el régimen y gobierno.

Algunas mujeres enrojecieron, porque por la boquita del niño parecía hablar la voz de muchas conciencias; varios hombres bajaron la cabeza, y una voz enérgica, pero alterada, repitió a lo lejos: ¡! ¡! . Era un anciano general, abuelo de un alumno del colegio.

No se extinguió en los aires vuestra palabra amada; no faltan labios jóvenes que besen vuestra cruz; y la legión de apóstoles por vos fructificada no olvida al que en la noche cayó pidiendo luz. Luz para las conciencias, para las almas todas; luz para el ara triste del olvidado altar; que aquella vuestra lámpara que se apagó en las bodas iluminó, estallando, el alma popular.

Verdad sencilla y múltiple: compendio de las eternas ánsias de las gentes: universal y silencioso incendio, que baja sobre todas las conciencias para encender en las insignes frentes la llama inextinguible de las ciencias! La llama ardió. Su luz, que fué de aurora, que se abriese en el cielo de verano, llenó el hogar, como una salvadora consagración del pensamiento humano;

Saludémosle con respeto, ya que no con amor... ¡Con amor no! Yo no puedo amar á ese dios subterráneo que ennegrece los rostros y no pocas veces también las conciencias. La Arcadia ha concluído. Esta raza sencilla y belicosa de nuestros campos desaparecerá en breve y será sustituída por otra criada en el amor de las riquezas y en el orgullo. ¡Ya conozco esa raza!

El primer pueblo que reconquistemos será este. ¡No! Es tarde. Ni la fe podrá recobrar el imperio del mundo, ni vosotros enseñorearos de España, donde vuestra influencia ha sido tan desdichada como la tuya en mi casa. Dirigisteis la educación nacional por espacio de trescientos años, y el pueblo no sabe leer; gobernasteis nuestras conciencias, y somos escépticos.

La conocía palmo a palmo, por dentro y por fuera, por el alma y por el cuerpo, había escudriñado los rincones de las conciencias y los rincones de las casas. Lo que sentía en presencia de la heroica ciudad era gula; hacía su anatomía, no como el fisiólogo que sólo quiere estudiar, sino como el gastrónomo que busca los bocados apetitosos; no aplicaba el escalpelo sino el trinchante.