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»¡Si lo sabía!... Luz no había visto el mundo, ciertamente, y había sido educada muy lejos de él; pero en todos los libros y en todas las bocas había aprendido las mismas reglas para conocerle; en todos sus escondites la habían enseñado a estimar el bien con la pintura abominable del mal; y así, para realzar a sus ojos el mérito de la mujer honrada, se habían valido del retrato de la que no lo era.

¡Esto consuela, señor don Alejandro! decía abanicándose briosamente el pescuezo con ronchas bronceadas . Se ve una entre los suyos, y tiene con quién hablar y desahogarse... Porque en la soledad a que la obliga a una el decoro de la clase, se hacen allá dentro unas talegadas de asco, que da gusto desocuparlas después entre gentes que la comprendan a una y sepan estimar las cosas en lo que valen... ¡Si vieran ustedes cómo se va poniendo esto!... Ya no hay quién lo conozca.

Por tanto, no conociendo él en todo el mundo, belleza digna de amar, ni bondad á qué aficionar aún el más mínimo de sus deseos, sino mirando en sólo Dios, que era siempre para él todo lo amable por su belleza y todo lo apetecible por su bondad, se olvidó y perdió de vista todas las cosas de la tierra y aun á mismo; cátedras, púlpitos y cualquier otro oficio honorífico de los que tal vez suelen estimar los menos desengañados en el pequeño mundo de la religión, eran para el P. Arce cargas insufribles, y por eso, como vimos, no acabó de llorar y de hacer instancias á los Superiores, hasta que le descargaron de la ocupación de leer las Facultades mayores en la Real Universidad de Córdoba de Tucumán.

Entonces con un extravío que me ha hecho estimar lo que es el remordimiento de una mujer honrada, con un espanto que me habría probado, si hubiera estado en situación de reflexionar, a qué grado de relajamiento me veía ella reducido, como si instintivamente hubiera comprendido que ya no había para nosotros ni discernimiento del deber, ni consideraciones, ni respeto, que aquella conmiseración de puro instinto era sólo un accidente que podía desmentirse, con un gesto que me espantó, que aun envuelve estos viejos recuerdos en un mundo de terrores y de vergüenza, Magdalena se dirigió rápidamente hacia la puerta andando de espaldas sin apartar de los ojos, como se procede con un malhechor, ganó el pasillo y una vez en él se volvió y echó a correr.

Jamás había visto a Pepe Guzmán así, ni, por consiguiente, tenido ocasión de estimar la fuerza arrolladora que cabía en este nuevo aspecto de su trato conmigo.

Adviértase, sin embargo, que otras veces sostiene lo contrario . Hasta en los últimos años de su vida, cuando su fama era grande en otros dominios de la literatura, habla con placer de los ensayos dramáticos de su juventud, y parece como que quiere fundar en ellos parte de su celebridad poética; y si miramos este sentimiento como regla que pueda valorar el mérito de sus producciones, es deplorable en alto grado que á la vez fuese tan negligente en habérnoslas conservado por medio de la imprenta, único caso en que sería lícito á la posteridad, estimar en toda su extensión su mérito dramático.

Y ya que la fortuna nos niega la victoria, no nos quitará á lo menos el morir peleando como soldados, que vale harto más que vivir siendo esclavos destos crueles é inhumanos bárbaros, y seremos ejemplo á nuestros sucesores á estimar más las honras que las vidas

Tambien en este año concedió S. S. á peticion de los reyes católicos las facultades propias del inquisidor general á varios obispos, y entre ellos al de Córdoba, por estimar conveniente dar á Torquemada coadjutores. Murió el obispo D. Iñigo Manrique á 1.º de marzo en Ciudad Real.

Entonces, falta de apoyo su inteligencia, sin que pudiera todavía discernir lo bueno de lo malo, ni estimar como nulo lo falso e inapreciable lo cierto, fue desfilando ante su mirada por las páginas de sus manoseados infolios, la interminable procesión de ideas, teorías y concepciones que se le daban como infalibles certezas.

Nada conmueve más nuestro ser moral como el descubrimiento de las debilidades de aquellos que personificaban para nosotros lo bueno y lo digno; sean ellos nuestros padres, nuestros amigos o nuestros maestros. Cuando cesamos de estimar a los que habíamos consagrado nuestra estimación y respeto, nos sentimos impulsados a dudar de las mismas virtudes que antes admirábamos.