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Es también cuestión de decoro nobiliario. Cuba, dominada por España, parece como título, custodiado en nuestro poder, de que descubrimos y civilizamos el Nuevo Mundo. Por esto, todo buen español debe considerar como gran desventura la pérdida para nosotros de aquella hermosa isla. Por esto, con general aplauso y excitación de toda España, han ido á Cuba 200.000 soldados.

De la herencia que libremente podía disfrutar sólo tomaba lo preciso para sostener el decoro de la casa y hacer algún viaje a las grandes clínicas extranjeras, en demanda de luces y medios con que extender en el valle la misericordia de su misión.

Prostérnate ante la virtud decía Elías; , pecador indigno de ser perdonado. Ha dicho que tenías buen corazón. No, señoras: no lo tiene. Doña Paulita hizo esfuerzos heroicos para aparecer con cierta dignidad arquiepiscopal en el momento en que Lázaro le besaba la mano, arrodillado ante ella; pero su decoro de santa fué vencido por lo mucho que empezaba á tener de mujer.

Y con el decoro propio de un paso de minueto, la pareja entró por el Pazo de Limioso adelante, subiendo la escalera exterior que conducía al claustro, no sin peligro de rodar por ella: tales estaban de carcomidos los venerables escalones.

Y si no observa los diversos grados de moral que se advierte en las sociedades menos educadas... compara a una niña de la alta sociedad con una chinita inculta... ¿Cómo vas a sostener que tienen el mismo pudor, ni la misma conciencia del propio decoro? Esos son resultados del medio en que se vive.

La verdad es que el pobre señor ha dado un bajón tremendo y no debe de haber estado para morisquetas de algunos meses acá. ¡Si será cierto lo que dice!... ¡Caridad, lástima, arrepentimiento... necesidad de transigir, decoro, reconciliación...!». Otro inciso.

Religiosa por superstición, devota por fe heredada, hipócrita por el qué dirán, e intransigente por decoro, adoraba la misa en que estrenaba un traje, la Semana Santa en que, tan guapa como el año anterior, pedía para los pobres, o la novena que autorizaba una cita.

Este encerramiento y este negarme el salir de casa, siquiera a la iglesia, ha muchos días y meses que me trae muy desconsolada; quisiera yo ver el mundo, o, a lo menos, el pueblo donde nací, pareciéndome que este deseo no iba contra el buen decoro que las doncellas principales deben guardar a mesmas.

Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados.

El ascetismo, la vida penitente, la virginidad como la más perfecta condición, no son tampoco exclusivos ideales cristianos. En todas las demás religiones se da algo semejante. En la gentílica, por ejemplo, hubo coribantes y vestales. Lo que exigen la religión cristiana, y toda religión moral, y hasta sin religión y sin moral, la estética y el decoro, es el recato.