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El marqués no inventó la pólvora, es cierto que no, y la moza se distraerá con los de su clase cuanto quiera, dígalo el bailoteo en la gaita de hoy; pero no iba a tener la desvergüenza de pegársela en sus barbas, con el mismo capellán.... Hombre, no hagamos tan estúpido al marqués. Julián se volvió, más bien arrodillado que sentado en la grama, con los ojos abiertos de par en par.

Su adversario continuaba mudo ó inmóvil. Separó el marqués sus manos para dar la primera palmada. Todo esto lo hizo con una lentitud que daba á sus movimientos cierta solemnidad trágica. Los otros padrinos, colocados á alguna distancia de él, miraban con una emoción mal disimulada. El médico, que seguía arrodillado junto á su caja, levantó la cabeza con los ojos muy abiertos.

He fabricado libros para que los firmasen graves personajes y estudios laudatorios de esos mismos autores, sobre cuyas nobles cabezas escupiría de buena gana. He insultado a hombres que respeto y admiro, amontonando contra ellos infamias y mentiras, cuando, de seguir mis deseos, me hubiese arrodillado para implorar su perdón.

El santo varón, por toda respuesta la bendijo. Después de esto comenzó la santa ceremonia. Solamente aquel que se haya arrodillado en momentos semejantes al pie del lecho de muerte de una persona querida es capaz de saber el efecto que causan en nuestra alma las palabras que en tal caso pronuncia el sacerdote y repiten los presentes.

Cuando se levantó dejó escapar una exclamación; dos cirios estaban ardiendo juntos, y, como los dos novios de hacía un momento, Raúl, arrodillado al lado suyo, murmuraba a su oído: Liette, amo a usted. ¿Me ama usted a ?

Viendo la ascensión del fraile, los contrabandistas, que esperaban en la playa, habían gritado gloria in excelsis y se habían arrodillado, creyendo que era un milagro; pero el filósofo rió mucho de su simplicidad. Cuando el nuevo Icaro estuvo de pie, midió con la vista al gitano con el aire más digno y más despreciativo que le fue posible, casi como el mártir mira a su verdugo.

Más fuerte y poderosa era la impresión, que hacían las numerosas procesiones que se celebraban con frecuencia en ciertas fiestas solemnes, llevando cuadros y estatuas adecuadas al objeto de la función, que pasaban en andas á la vista del pueblo arrodillado.

EL CONDE. , hace largo rato que ha anochecido, y no está todavía aquí. ¡Oh, si yo no fuese el conde mendigo, de quien se burlan en la corte; si mis muros almenados no estuviesen punto menos que en ruinas; si mi castillo fuese una fortaleza sólida y amenazadora, como en tiempos de mis abuelos, entonces el duque no se retrasaría! ¡Sería cortés y respetuoso como el último de mis vasallos, hubiera llegado muy de mañana y, arrodillado ante , me hubiera lamido, como un perro sumiso, la mano!

Era la noche del 10 de febrero de 1678. Su excelencia se encontraba arrodillado en el escabel que un lego del convento tenía cuidado de alistarle frente al altar de la Virgen. A pocos pasos de él, y de pie junto a un escaño se hallaban el secretario y el capitán de la escolta.

Acentuándose sus místicos sentimientos, imprimió el mismo año, en Valladolid, los Cuatro solilóquios... llanto y lágrimas que hizo arrodillado delante de un Crucifijo, pidiendo a Dios perdón de sus pecados, después de haber recibido el hábito de la Tercera Orden de Penitencia del seráfico Francisco; es un patético librillo de arrepentimiento que debe ser anotado como precedente de la inesperada transformación que veremos operarse en la vida de Lope antes de mucho tiempo.