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A todas partes, menos allí. Y como hombre que ha caído tan hondo, tan hondo que ya no puede sentir remordimientos, apartó su vista del incendio para fijarla en aquella luz macilenta; luz de cirios que arden sin brillo, como alimentados por una atmósfera en la que se percibe aún el revoloteo de la muerte. ¡Adiós, Pimentó! Bien servido te alejas del mundo.

Benita la Costurera dobla la mortaja y espabila los cirios con las tijeras que lleva pendientes de la cintura, y se balancean al extremo de una cinta azul que llaman hospiciana. DO

Por la puerta salían resplandores de cirios, perfumes de flores, susurros de órgano, voces de doncellas. Su alma, pueril y ligera como la mañana, sintió deseos de ir en pos de las familias endomingadas que subían la escalinata. El era católico por su padre, cismático por su madre, y nada por su propia voluntad.

Una vez encendió todos los cirios que teníamos allí en depósito, se prendió fuego a una estera y por poco no ardemos todas. ¡Con decirle a usted, señor doctor, que una vez llegó a poner la mano en una hermana! Era una niña medio loca... Muy dispuesta, eso ; lo que no aprendía era porque no quería aprenderlo.

El balcón, abierto, dejaba ver las obscuras masas del arbolado del jardín; las estrellas brillaban convidando a dulces meditaciones; ardían los cirios ante Pilar, y en la fachada de Artegui se veía luz al través de unas cortinas.... Bajar diez escalones, y encontrarse en el jardín; atravesar el jardín, y encontrarse sobre un pecho amante que para ella era cera suavísima, acero para sus enemigos.... ¡Horrible tentación!

El débil resplandor del crepúsculo que descendía de los ventanales y la inquieta llama de los cirios formaban una ondulación de luces y sombras, animando el rostro de la imagen como si gesticulase. «¡Aún como soy yo! se decía Gabriel . Si en mi lugar estuviera un devoto, creería que la Virgen ríe unos momentos y después llora. Con un poco de imaginación y de fe, ¡he aquí un milagro!

Escondió la cara en los almohadones y volvió a dormirse en seguida. Soñó. En la iglesia de las Victorias, iluminada con millares de cirios, ella salía por el medio de la nave, vestida de blanco. Su esposo era Julio, que le murmuraba al oído palabras ininteligibles. Llegaron a la calle.

El templo, adornado como ya sabemos por lo más selecto de la sociedad femenina de Peñascosa, estaba deslumbrante de lentejuelas, arañas y cirios. El día anterior había llegado una exigua orquesta de Lancia, compuesta de dos violines, una viola, un violoncello y un contrabajo, y con ella tres o cuatro cantores de la catedral.

Debe de llegar en la Bella-Paula, que ha salido ya de Liverpool. ¡Oh! Entonces aquí lo tenemos mañana o pasado... ¿Habrás rezado mucho a la Virgen de las Tormentas, verdad? ¡Una novena nada menos la ha hecho! Hace días que están seis cirios ardiendo delante de la imagen dijo Venturita. Cecilia se puso aún más colorada y sonrió.

Sobre los adornos y bordados de la túnica de la Virgen se ven las empuñaduras de las siete espadas que le traspasan el pecho. En la procesión del Sábado Santo, todos los personajes del Antiguo Testamento y los judíos y los soldados romanos se desvanecen y se eclipsan ante la divina imagen de la Virgen. Sólo la acompañan el clero y la muchedumbre piadosa con innumerables velas y cirios encendidos.