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Por donde considerada la ciencia en lo sumo de su elevación, es igualmente buena y hermosa, y la moral es la misma verdad y la misma poesía, así como la poesía no puede menos de ser entonces el celestial y purísimo resplandor de la verdad y del bien absolutos.

El último resplandor se extinguió en la habitación y el balcón del que él no separaba la mirada se confundió con todos los demás en la obscuridad. Pero la casa, invisible para los demás, no lo era para el duque, y el balcón brillaba como un sol a sus ojos iluminados. Vio a Mantoux salir de la casa, huir a través de los campos con una carrera desesperada, sin volver la cabeza hacia atrás.

Te equivocas. A quien no es supersticioso llamáis ateo. ¡Yo ateo? No, Tirso: mi corazón ama a Dios mejor que el tuyo: mi Dios no ha menester homenaje ridículo ni dogmatismo absurdo. le adoras en templos, que aun de día necesitan luz: yo en el fondo de mi conciencia, donde me basta para verle el resplandor de la caridad que

Las estrellas marchando en sus órbitas brillaban con un pálido resplandor a través de la luz más viva de la fría luna, mientras que ésta, rodeada de los planetas, sus esclavos, lanzaba desde lo alto de los cielos, sus rayos sobre las olas. Yo contemplaba su triste sonrisa, demasiado fría, demasiado fría para .

Parecía imposible que los hombres no se diesen cuenta de esta gran verdad y se agitaran en eterna noche, creyendo hacer cosas nuevas al resplandor de ilusiones que surgen diariamente, como surge el gran engaño del sol para acompañarnos por el infinito, que es lóbrego y a nosotros nos parece azul y radiante de luz... Cuando Febrer pensaba esto, el sol se había ocultado ya.

Perfumaos como nube de incensario, Armonizaos cual himno del santuario Para decir de Mayo al Sol: Salud! Salve, página inmensa de la historia, Divino resplandor de la memoria, Fuente de perennal inspiracion! En tus alas de fuego me sublimas, Y al entusiasmo sacro en que me animas Calientas mi cabeza y corazon.

Ni tampoco desaparecía cuando, muy entrada la noche, me encontraba solo en mi salón desierto, iluminado únicamente por el resplandor del fuego que ardía en la chimenea y la luz melancólica de la luna, y trataba de representarme escenas imaginarias que me prometía fijar al día siguiente en páginas de brillante descripción.

Si algún paseante retrasado se aproximaba por azar, podía ver una humilde capilla a la que se bajaba por tres escalones gastados y desportillados y alumbrada por el resplandor tembloroso de unos cirios casi consumidos, mientras alguna vieja de cabeza vacilante bajo la manta bretona murmuraba una oración.

De la sala salía el tenue resplandor de una lámpara a media luz; en los árboles del jardín gorjeaban a intervalos pajaritos que parecían buscarse mutuamente entre las tinieblas del follaje; a lo lejos se oían balidos aislados, y sentados en silencio Lorenzo y Melchor, viendo por entre las plantas el resplandor distante de la cocina, escuchaban las primeras notas con que Ricardo estimulaba su memoria.

Las nueve sería, cuando los tres entraban por el portal de la casa de corredor, y no fue poco su asombro al ver en el patio resplandor de hoguera y multitud de antorchas, cuyas movibles y rojizas llamas daban a la escena temeroso y fantástico aspecto. ¿Qué era aquello?