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Estoy de antemano una hora encerrado en mi habitación, completamente a obscuras, hasta que mis ojos ven perfectamente en la sombra. Mientras introduzco el ouistitis en la cerradura, estudio la respiración del durmiente. ¡Es una emoción tan exquisita!...

Luego, la llegada a su casa, las preguntas de la madre, el tráfago de la servidumbre, el cambio de ropas, y, en fin, todos los incidentes de su regreso despertaron la sobreexcitación y la calentura. Los médicos, después de sangrarle copiosamente, ordenaron que le dejasen dormir. Se hallaba, al fin, completamente solo y en su propio lecho. La habitación estaba a obscuras.

Cuando el confesor del rey salió de la cámara de la reina, al verse en las galerías del alcázar medio alumbradas, y por consecuencia medio á obscuras, solo, sin otro testigo que Dios, la entereza del desgraciado se deshizo; vaciló, y se apoyó en una pared. Y allí, anonadado, trémulo, lloró... lloró como un niño que se encuentra huérfano y desesperado en el mundo.

La dama desconocida, de espalda a la calle, ahora, inclinando la cabeza hacia el interlocutor invisible, hablaba tranquilamente y se defendía como por máquina, con leves manotadas felinas, de unas manos que de vez en cuando intentaban cogerla por los hombros. «¡Están a obscuras! no hay luz en esa habitación... ¡qué escándalo!», pensó don Fermín, que seguía inmóvil.

¡Ah! ¡ah! ¿y no habéis encontrado para vuestra comparación otra dama que doña Catalina de Sandoval? Es tan hermosa como lo era en otro tiempo la duquesa de Gandía, tan viva como ella, y tuvo la fortuna ó la desgracia de encontrarse una noche á obscuras en El Escorial con el duque de Osuna, como doña Catalina en el alcázar con...

Sin saber lo que hacía, Ana salió de sus habitaciones, atravesó el estrado, a obscuras, como solía, dejó atrás un pasillo, el comedor, la galería... y sin ruido, llegó a la puerta de la alcoba de Quintanar. No estaba bien cerrada aquella puerta y por un intersticio vio Ana claridad. No dormía su marido. Se oía un rum rum de palabras.

No se descubría vegetación alguna en aquellas playas; pero a lo lejos se veían algunos grupos de los árboles llamados eucaliptos rostrados, verdaderos gigantes vegetales, pues suelen alcanzar hasta ciento cincuenta metros de altura; pero que no dan sombra alguna, porque sus largas hojas obscuras se presentan siempre de canto al sol.

¿Y luego?... porque supongo que querrás que él entre solo. , , es verdad; me olvidaba; entradle hasta aquí á obscuras; que no pueda ver la desnudez de esta casa; además, esa obscuridad tendrá para él algo de misterioso, y esta habitación le parecerá mejor. Luego, Manuel, necesito que nadie me escuche; ¿lo entendéis? Nadie te escuchará, hija mía dijo dolorosamente el bufón.

Y en esta batalla invisible que se desarrollaba abajo, a varios kilómetros de distancia vertical, en la penumbra de unas aguas obscuras, entenebrecidas aún más por las nubes de tinta que exuda el pulpo, unas veces queda el tiburón prisionero de la red viscosa y ávida; otras sube vencedor, con el coriáceo pellejo hinchado por la succión de las ventosas, y a la luz de las estrellas, dejándose flotar en las ondulaciones de la superficie, devoraba los restos de la presa arrancada del abismo.

Abandonaron la carretera en Bellasvistas, y anduvieron por un camino hondo, entre tejares y tapias de huerta, junto a las cuales pasaban, espumosas y susurrantes, las aguas de un canal. Comenzaba a anochecer. El cielo era de color violeta; las lomas obscuras que cerraban el horizonte hacían resaltar sobre una faja de oro mortecino los negros bullones de la arboleda de sus cimas.