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Hasta Moaronea, Radope, y Bizia, ciento y setenta millas de Galípoli, entraban haciendo correrias, con universal temor y asombro de todas las Provincias; porque no habia lugar que estuviese libre de su furia por remoto y apartado que fuese.

Porque mientras más amigas, más formalidad. ¿Usted me da un interés de dos por ciento al mes? ¿Usted añade al pagaré los seiscientos reales aquellos?... Porque una cosa es la amistad, amiga mía, y el negocio... Yo creo que usted no se ofenderá...». No hay para qué añadir que la Tellería dijo a todo que con expresiones sinceras y ardorosas.

A la fe, señor nuestro amo, el mal ajeno de pelo cuelga, y cada día voy descubriendo tierra de lo poco que puedo esperar de la compañía que con vuestra merced tengo; porque si esta vez me ha dejado apalear, otra y otras ciento volveremos a los manteamientos de marras y a otras muchacherías, que si ahora me han salido a las espaldas, después me saldrán a los ojos.

Sevilla, con su Guadalquivir á los piés, con su célebre catedral, las casas consistoriales, la Audiencia, la Lonja, y otros muchos edificios notables; Sevilla es tambien una de las ciudades mas mercantiles de España, comercia en grande escala, y tiene una poblacion de ciento treinta mil almas.

Tengo un capricho por ese relicario, repitió Simoun; quiere usted ciento... ¿quinientos pesos? ¿Quiere usted cambiarlo con otro? ¡Escoja usted lo que quiera! Cabesang Tales estaba silencioso, y miraba embobado á Simoun como si dudase de lo que oía. ¿Quinientos pesos? murmuró. Quinientos, repetió el joyero con voz alterada.

Posible es observó don Simón arrugando la cara. No he concluido todavía añadió su excelencia . El papel se emitirá a setenta por ciento. ¡Santa Bárbara! ¡Otra ventaja para el suscriptor! ¡Ya, ya! refunfuñó don Simón. ¿No le parece a usted bastante claro todavía el negocio? preguntóle con picaresca sonrisa el Ministro.

17 Y midió su muro de ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. 18 Y el material de su muro era de jaspe; mas la Ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio. 19 Y los fundamentos del muro de la Ciudad estaban adornados de toda piedra preciosa.

Arreglándose en la forma dicha el gobierno de estos pueblos, me parece que los objetos a que el gobernador debería dirigir sus cuidados con particularidad son los siguientes: En primer lugar, era preciso que el gobernador atendiese a que a los indios no se les faltase por los factores en nada, en la forma que queda explicado, que sus jornales les fuesen justamente pagados, que se les vendiesen los mantenimientos y demás necesarios a su conservación y comodidad con la mayor equidad, y que se les comprase cuanto ellos tuviesen y quisiesen vender por sus justos precios, formando aranceles para todo; de forma que cada año, por el mes de febrero o marzo, que es cuando se han verificado las cosechas y se disponen las futuras siembras, se publicasen los aranceles para el año siguiente, así de los precios a que se les había de comprar todo lo que ellos recogieran y beneficiasen, como a los que se había de vender, que, siendo por mayor la venta, no excediese del precio a que se compraba de un quince por ciento, y por menor de un veinte y cinco.

A la edad de catorce años empezó a hacer la guerra a los españoles, y los prodigios de su valor romancesco pasan los límites de lo posible; se ha hallado en ciento cuarenta encuentros, en todos los cuales la espada de La Madrid ha salido mellada y destilando sangre; el humo de la pólvora y los relinchos de los caballos lo enajenan materialmente, y con tal que él acuchille todo lo que se le pone por delante, caballos, cañones, infantes, aunque la batalla se pierda.

De aquí que, por cada una de las novelas que se escribían hace ciento o doscientos años, se escriben hoy centenares y hasta millares. A lo cual contribuye no poco el que haya hoy más gente que las lea y que las compre.