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Pero quisiera pagaros ahora mismo; ¡odio las deudas!... Existe un medio, quizá, sin vender los terrenos... Richard, ¿queréis ser mi marido, señor cura dijo madama Scott, riendo, fui yo quien salí al encuentro de mi marido: yo quien le pidió su mano; esto lo podéis decir a todo el mundo, porque es la verdad.

Después de haber distendido los ángulos de su boca y contraído los ojos se hubiera dicho que trataba de ver los aros , pareció renunciar al esfuerzo y dijo: Recuerdo que llevaba en su caja aros para vender; es, pues, natural suponer que también los usara. Pero como recorrió casi todas las casas de la aldea, quizá alguna persona se los haya visto en las orejas, bien que yo no pueda afirmar eso.

Tomó prestados sobre esta hipoteca: primero, cuatro mil doscientos dracmas; al año siguiente, mil quinientos más; otro año después, mil doscientos, y todavía otros mil quinientos dracmas, un año más tarde. El resultado natural fué que tuvo que vender la casa, poco tiempo después, á la señora Aurelia Serapias, hija de Trimoros, de quien yo sospecho que era un usurero terrible.

Los franceses enviaron gente á estas islas en la última guerra, para asegurar un puerto á sus navios, que venian de las Indias Orientales para el mar del sur, carrera necesaria para libertarse de los corsarios ingleses. Bougainville, su propietario, y la permision de vender en Buenos Aires algunas mercaderias compradas con este dinero en Rio Janeiro.

Ella tenía genio, sabía comprar, sabía vender, pero ignoraba el arte de guardar, que es el arte de enriquecer. A la escasez se unían las continuas reyertas domésticas para abatir más el espíritu de la pobre viuda de Peralvillo y poner su estómago más dolorido. Un hecho importante ocurrió poco después de la ruina. No lo pasemos en silencio por lo mucho que a ambos favorece.

Julio prosiguió arrastrando junto a mi el pequeño sillón que rodó suavemente al impulso de su cuerpo. ¡Yo le amo, le amo con locura! ¡Yo se lo había dicho a usted; mi corazón no lo daría sino a un hombre, aun cuando tuviera que vender mi cuerpo a otro, como ha sucedido!

Sujetos de muchas campanillas gustan en el día de hoy de hacer cambalaches y de comprar y vender antiguallas y curiosidades de todo género.

¿Cómo?... ¡Pues ya lo creo!... Antes de quince días. La comedia de Alejandro Bissón fué un éxito, y Laridel pudo pagar sus trampas y vender su teatro en buenas condiciones. La deliciosa Mlle. Denise prosiguió su carrera triunfal. En cuanto á Mr.

Se presentaba un año muy bueno, y apenas nos quedará para vivir y dar de comer a las pobres familias de nuestros trabajadores. Semejante desgracia nos obliga a hacer mayores economías. El proyecto que teníamos hecho de ir este verano a Mâcón con nuestras niñas, se ha frustrado y no sería extraño que hubiéramos de vender nuestro caballo y también el coche.

Sus amores con dos grandes señoras cuyos maridos habían sido llamados á las armas aunque no estaban en el frente le hicieron pasar unos meses en Biarritz, en la Costa Azul y en Aix-les-Bains. Turbó su apoderado estas delicias. Siempre repetía el mismo consejo: «Hay que venderLa fortuna del príncipe era ya un barco viejo y sin rumbo.