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El doctor debe estar también muy comprometido, y le han de obligar a renunciar, ¡vaya! si viene la revolución, el primero que se viene abajo es Eneene... Por eso yo me pongo a salvo a tiempo, me lavo las manos y... ¡ahí queda eso! arreglarse cada cual como pueda.

La persecución en esta materia llegó a tal extremo, tales disgustos le causó su afán de expresar por escrito sus ideas y sus penas, que tuvo que renunciar en absoluto a la pluma; se juró a misma no ser la «literata», aquel ente híbrido y abominable de que se hablaba en Vetusta como de los monstruos asquerosos y horribles.

¡Tan pronto!... Me han dicho, sin embargo, esta mañana que de su conferencia con los usuarios no ha resultado nada bueno... ¿Habremos de renunciar a toda esperanza de arreglo? Eso no; lo que hay es que les ha faltado a los usuarios un poco de paciencia... No he recibido todavía la respuesta del ministro; pero, entre nosotros, puedo decirle que estoy casi seguro de que habrá de ser satisfactoria.

Era forzoso renunciar a la gloria del gran descubrimiento que había de resolver de una vez todas las dudas, que confundiría para siempre las insensatas aspiraciones de los idealistas y metafísicos.

El mismo Lorenzo llegó a reírse de su situación, diciendo: ¡Pobre caballo éste; qué galope tan feo tiene! Fue necesario renunciar al galope y ponerse al tranco, procurando Lorenzo que su monumental caballo lo desarrollara dentro de límites adecuados.

Si se declara un foco inflamatorio, cada órgano, cerebro, hígado, pulmon, reclamará el medicamento pirético mas conveniente, la belladona, el mercurio, sin renunciar, no obstante, á la manzanilla ó la brionia, que son aun los mas indicados, si los primeros efectos de la cólera ó de la indignacion indican una hepatitis ó cualquiera otra flegmasía, porque esta inflamacion estará caracterizada por la nerviosidad y el eretismo del mismo modo que la fiebre.

No está en peligro su vida, por fortuna, pero repito que la pérdida de ambos ojos parece inevitable: sólo un milagro puede hacer que estos temores no se cumplan. Ya ve V. lo cruel que sería comunicarle ahora todo lo que V. me dice en su carta sobre la enfermedad y la resolución de la desgraciada Felisa. »¿Querrá ella, después de leer estas líneas, renunciar a su propósito? ¿Qué resolverá?

Era el más ferviente admirador de Gallardo, aunque abusaba de las confianzas de la intimidad, permitiéndose advertencias y críticas. De encontrarse él en la piel del maestro, lo hubiese hecho mejor en ciertos momentos. Los amigos de Gallardo hallaban motivos de risa en las ambiciones fracasadas del mozo de estoques, pero él no prestaba atención a las burlas. ¿Renunciar a los toros?... Jamás.

Aunque se sentía débil, no quiso, sin embargo, en cuanto su indisposición se lo permitía, renunciar al ayuno; hasta se disciplinó con su rigor ordinario. Al obscurecer de este día salió para asistir á unas conferencias en el colegio de los escoceses; allí se aumentó su malestar; fué llevado á su casa, y se vió obligado á descansar en su lecho. Su enfermedad fué declarada grave en seguida.

Vióse un poco ridículo en aquella situación; pero siempre triunfaba de su amor propio la bondad de su corazón. En aquel momento pensaba en renunciar por completo á todo y tratar por cualquier medio de contribuir á la felicidad de los dos muchachos. ¿Pero no se marcha usted? dijo Clara, volviendo á su inquietud. , me marcho ya.