Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de noviembre de 2025
D. Pedro había muerto sin dejar a ningún hijo colocado. Había muerto cuando la familia había tenido que renunciar, por miseria, a los últimos restos de forma mesocrática en el trato social y doméstico; cuando la pobreza había dado aspecto de plebeyo al decaído linaje de los Reyes. Y la madre, a quien esto habría llegado al alma, había muerto poco después: a los dos años.
A casa del señor Felipe Auvray contestó Amaury en tono que no tenía nada de pacífico. Como Felipe, que no quería renunciar a sus antiguas costumbres, seguía viviendo en el barrio Latino, era larga la distancia que habla que recorrer, y Amaury tenía tiempo para que se transformase en cólera todo el mal humor que había sacado de casa del conde.
Todo retardo podría inspirar sospechas e impedir su reclusión. Es que mañana mismo le diré a la condesa que conozco su cobarde proyecto contra mí. La obligaré a renunciar a él, amenazándola con mi venganza. Quiero que se eche a mis pies, y que me pida perdón.
O libertinos sin instrucción, ó alborotadores asalariados. ¿Será preciso quitarles la libertad y no devolvérsela hasta que reciban educación ó castigo? Entonces, ¿habrá libertad para unos, y para otros no? Ha de haberla para todos, ó quitársela á todos. ¿Y es justo renunciar á los beneficios de un sistema por el mal uso que algunos pocos hacen de él?
En resumen: don Juan llegó a convencerse de que la Providencia, o su buena suerte, le habían deparado un regalo digno del más afortunado mortal; pero un regalo al cual era imposible renunciar sin cometer una verdadera canallada.
En la de las Cardenalas no volvió á poner los pies; pero tal proceder no debía achacarse al amor de su querida, sino á su vidriosa susceptibilidad. Las palabras burlonas de Isabel eran una espina que tenía clavada en el corazón. El orgullo le hizo, pues, renunciar sin dificultad, no sólo á la mano, sino también al trato de la Mercedes. No volvió á acordarse de ella.
Después de haber distendido los ángulos de su boca y contraído los ojos se hubiera dicho que trataba de ver los aros , pareció renunciar al esfuerzo y dijo: Recuerdo que llevaba en su caja aros para vender; es, pues, natural suponer que también los usara. Pero como recorrió casi todas las casas de la aldea, quizá alguna persona se los haya visto en las orejas, bien que yo no pueda afirmar eso.
Bien; me dijo, mirándome con una expresión que no pude comprender, acepto, seré su hija adoptiva de usted... pero en un convento. ¡En un convento! ¡monja tú! Sí; una vez monja, mi porvenir está asegurado. Pero tú, que empiezas ahora a vivir... ¡renunciar de tal modo a la esperanza! Es lo único que aceptaré de usted, un dote reducido, cuanto baste... No. Pues no hablemos más de ello. Y se levantó.
Casi se había decidido a renunciar a su amistad. Pero Fernando la interrumpió: Todo ha terminado: se lo juro... ¡Terminado para siempre! Yo no tengo en el buque otra amiga que usted. Y lo decía de todo corazón, contento de estar al lado de Mina, satisfecho de la ternura con que ella le contemplaba.
Su vida de empleadillo y jornalero le producía un puñado de duros, con los cuales había para ir a la compra y casi con igual frecuencia a la botica. De la abogacía no se volvió a hablar: lo de seguir carrera fue un sueño, y, sin embargo, el haber tenido que renunciar a ella era la pesadumbre de toda la familia.
Palabra del Dia
Otros Mirando