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Actualizado: 8 de junio de 2025


Basta, ; ya pasó, ya pasó. Hablaré ahora de lo que quieras. Es que yo no me fío de esa cabeza... Sin embargo, óigame usted, padrino. Estoy inclinada a renunciar a mis derechos para librarme de la persecución de los malos. ¡Qué infames picardías! ¿Debo o no debo hacerlo? Respecto a mis derechos, ¿los tengo yo? ¿Son un delirio o una verdad?

Una noche se encuentran los dos rivales en la puerta de la casa de Doña Sol; suscítase entre ellos un altercado, y el Príncipe, usando de su autoridad soberana, le manda renunciar á su amor. Pero Don Juan, para asegurar por completo la posesión de su amada, forma el proyecto de casarse con ella en secreto.

En el público las opiniones continuaban dividiéndose: Si la Condesa, perdido su amor por Zakunine, había esperado, sin embargo, permanecer con él, respetada y protegida, el tener que renunciar a esa última ilusión podía haber colmado la medida y determinado el suicidio.

Don Gil cae en tierra bajo la impresión de tan horrible suceso; anonadado, y sintiendo un cambio completo en todo su sér, invoca la misericordia de Dios, y su súplica es oída; pelean entonces en los aires el Demonio y el arcángel San Miguel; éste triunfa, y obliga á su adversario á renunciar á su presa.

También quiso ensayarse en la caza por ser el recreo favorito de la aristocracia; pero siendo la tierra donde vivía extremadamente montuosa y quebrada, se fatigaba demasiado y hubo de renunciar á ella.

El primer acto describe esta contienda. Debióse á los esfuerzos de la heróica reina Doña María, su madre, el reconciliar á los enemigos y obligar á D. Alfonso á renunciar á sus pretensiones. En la parcialidad favorable al Rey se habían distinguido particularmente los dos hermanos Carvajales.

Para no renunciar á la religion católica, los moradores de esta pequeña república construyeron una capilla, colocando en ella algunas imágenes de santos, que hablan tenido cuidado de traer tambien consigo en su emigracion.

Lo primero que se le ocurrió fue romper la contrata, volver a Madrid, renunciar al teatro y resignarse a vivir en el estanco con sus tíos. Lo que no se le pasó por el magín fue buscar ni desear heredero al amante fugitivo y perdido; porque, no cabía duda, don Juan se había escapado como chico que pone pies en polvorosa después de robar la golosina largo tiempo deseada.

Así que la renta de ocho mil pesetas que poseían, les bastaba. Como procedía de papel del Estado y acciones de una fábrica, su administración era facilísima. Raimundo pudo dedicarse con más ardor que nunca al estudio. Deseaba cumplir, respecto a su hermana, la promesa que había hecho a la madre, de renunciar a su parte de herencia y constituirla una dote que la permitiese casarse bien.

De pronto, la nueva de la renuncia del doctor Eneene, el ministro inamovible, surgió como un cohete, se extendió, se propagó a todos lados: muchos incrédulos movían la cabeza; alguien gritó: ¡Abajo Eneene! Pero lo cierto es que la noticia nadie la creía. ¡Renunciar Eneene!

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