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Actualizado: 8 de julio de 2025
Regresar a la catedral era quedarse en ella para siempre, renunciar a la vida; y él, que durante la guerra había gustado los encantos mundanales, no quería abandonarla tan pronto. Aún no era mayor de edad: tiempo le quedaba para acabar sus estudios. El sacerdocio era un retiro seguro, al que no tenía prisa de volver.
Martí fue de esos. Hombre montaña desde la cual se puede ver pasar hoy y se verá mejor, a medida que los años vayan limándola, toda el alma compleja y revuelta de esa época de creación y amargura. El hecho de renunciar a todo bienestar por Cuba, hizo resonar su nombre como un trueno, en donde quiera que había cubanos.
Quien busque en las comedias cuadros comunes prosáicos y naturales, imitaciones exactas de la realidad ordinaria, personificaciones de vicios y faltas con ejemplos morales, contrapuestos á ellas; quien concurra al teatro para oir acerbas invectivas y rasgos satíricos, ó para presenciar escenas groseras burlescas, que excitan estúpidas risas, ha de renunciar á Lope de Vega, indemnizándose con Molière ó Wicherley, Goldoni ó Kotzebue.
¡No sé, efectivamente! ¿Es cierto, sí o no, que el Príncipe no podía decidirse a renunciar a la Condesa porque la amaba otra vez? Es cierto. ¿Y usted no estaba celosa?
Don Juan se portó así, seguro de que aquello no era renunciar a la victoria, sino asegurarla, dilatándola; prefirió sitiar la plaza por hambre a tomarla por asalto. Aunque a la noche siguiente estuvieron el cielo sereno y el aire templado, no se le ocurrió a ninguno de ambos amantes ponerse al balcón ni entornar la puerta.
La verdad es que nunca se ha expresado claramente sobre este asunto y que es ridículo hasta la impertinencia renunciar un honor que nadie le ofrece a uno. Me digo esto para justificarme y no lo logro. Lo cierto es que he retrocedido cobardemente ante lo que me era penoso decir, he contado con la casualidad para salir del paso, y me encuentro ahora en un apuro cruel.
Me resigné a dejar los libros y a renunciar a las alegrías de la vida estudiantil, para buscar en Villaverde lo que tal vez no faltaría: un destinejo que me proporcionara cada mes algunos duros. Confiaba yo en la bondad de mis paisanos, en la benevolencia de nuestros amigos, para quienes no era un misterio la situación precaria de mis tías.
Decíase también que era la única hija del barón de Morel y que mal podía poner los ojos en ella el pobre escudero, sin un puñado de plata con que pagar el caballo y las armas con que por primera vez iba á buscar nombre y fortuna en la guerra. Pero su amor por Constanza era su vida. Ninguna consideración, ningún obstáculo, podían hacerle renunciar á él. Era una hermosa tarde de otoño.
Le había tomado gusto á esta aventura y no admitía modificaciones en ella. Deseaba conservar á Celinda, y al mismo tiempo no quería renunciar á su vuelta al pueblo, así que cerrase la noche, para hacer aquel cobro del que hablaba misteriosamente. También podés vos hacer otra cosa continuó Piola . El padre ofrece plata si le devolvemos la muchacha, y... Pero no pudo continuar.
Inés dijo presentándolas mutuamente: Esta es la señorita de quien hemos hablado, aquí tiene usted a doña Jesualda. A ver si se entienden ustedes. La Jesualda habitaba un cuarto tercero interior de una casa de la calle de Don Pedro; había sido prestamista, pero se le torcieron los negocios y tuvo que renunciar al comercio.
Palabra del Dia
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