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Hace veinte años que este pobre señor Hardoin es fiel a su despacho por no renunciar a esa preciosa vecindad, esperando que el mejor día la señorita Raynal se equivoque de puerta y se meta en su casa para no salir más. Hasta se dice que tiene encima de la mesa un contrato enteramente redactado en el que sólo falta una firma... Ríase usted, señor Neris.

Mi señora quería hacer obra, obra grande; tirar tabiques, reformar muchas cosas, tapizar luego habitaciones... un trajín de todos los diablos; y, por otra parte, no quería renunciar al viaje, cuestión de salud. Tenemos un administrador viejecito, un buen señor, pero con tantos años sobre , que no sirve para nada. En una palabra, hacía falta que se quedara alguien con él.

Y como está escrito que todo Hércules tropiece con su Onfalia, don Juan cogió una mano a Cristeta y siguió hablando de este modo: La temporada va a concluir; evite usted hacer ahora ese papel; nos trataremos durante el verano, procuraré que me conozca usted a fondo, que seamos verdaderos amigos... y ¡quién sabe! tal vez para el otoño empiece usted a pensar en si le conviene renunciar al teatro.

» Ya para qué te ha llamado: para decirte lo mismo que le dijo ayer a papá a quien vio en palacio: que debías partir en seguida. » ¡Magdalena! ¡amada mía! exclamé. ¡Te juro que estoy dispuesto a renunciar a esta comisión y aun a mi propia carrera, si es preciso, antes que abandonarte! » ¿Qué dices, Amaury? replicó Magdalena, con viveza. ¡Eso es una locura!

Por primera vez sentía disgusto pensando en cómo deshacerse de una mujer, no porque estuviera realmente enamorado, aunque Cristeta le gustaba sobremanera, sino por lástima. Tenía la costumbre de gozar las conquistas y renunciar a ellas con indiferencia, sin pensar poco ni mucho en cuál fuese luego la suerte de la que abandonaba.

Otra vez, en la montaña, se habían detenido delante de la rajada puerta de una capillita, en cuya cerradura estaba puesta la vieja y mohosa llave; ella trató de abrir con su débil y blanca mano, pero inútilmente, y entonces él dio vuelta a la llave, y en el momento de abrir ante su devota compañera el sagrado lugar, pensaba cuán grande era la secreta fuerza de esa debilidad aparente: la pobre mano se había cansado en vano y parecía tener que renunciar a su intento; pero un musculoso brazo, puesto a su servicio, había vencido por ella el obstáculo.

»Pero, bajando la vista y sin atreverse a mirarme, continuó con voz temblorosa: »¿Le ama usted del modo que él la ama? »Yo nada contesté; pero caí a sus pies. Prométame solamente renunciar a esas ideas de muerte, proyecto culpable que le cerraría las puertas del Cielo, de ese Cielo donde espero volver a encontrarla. »Pero entonces, ¿qué partido tomaremos?

Hasta hoy, había creído que esos pasos coreográficos, sólo estaban reservados a los pastorcillos de la Opera; pero por lo visto andaba yo equivocado. ¡Pero, papá! osó decir Magdalena, que acababa de advertir que el doctor hablaba en serio. Ayer aún... Una cosa era ayer, y otra es hoy replicó con sequedad Avrigny. Sujetarse de ese modo a lo pasado es renunciar a dirigir lo futuro.

Cuando recobra el uso de sus sentidos, surge en el corazón de su amante una terrible lucha entre su primera pasión y sus recientes votos, pero al fin vencen los últimos. Lucrecia, obligada á renunciar á sus esperanzas, se aleja de allí con el alma desgarrada.

Pidió licencia al Emperador para renunciar el oficio de Megaduque en Berenguer, dando por motivo su valor y nobleza igual á la de los Reyes, y que caballero de tan alta sangre era justo que tuviese el primer lugar en el ejército.