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Actualizado: 14 de junio de 2025
Mira, amiguito mío, cómo vencen los de aquí. Ya van los otros en retirada. ¡Grande y poderoso rey! Daría la mitad de mi vida por ponerme encima de su casco, de aquel áureo yelmo, ante cuya cimera se inclinarán con pavura todos los monarcas y naciones de la tierra.
Lo que yo cavilo es ¿qué cuenta le tendrá al raposo de Primitivo esta diputación del amo?... Ahora se aprovecha de dos cosas: lo que le pilla como hipoteca y lo que le mama corriendo con los gastos electorales y presentándole luego, como usted me enseña, las cuentas del Gran Capitán.... Pero si vencen y me hacen diputado a mi señor don Pedro, y éste vuela para Madrí, y allí pide cuartos por otro lado, que sí pedirá, y abre el ojo para ver las picardías de su mayordomo, y no se vuelve a acordar de la moza ni del chiquillo..., entonces....
Cuando recobra el uso de sus sentidos, surge en el corazón de su amante una terrible lucha entre su primera pasión y sus recientes votos, pero al fin vencen los últimos. Lucrecia, obligada á renunciar á sus esperanzas, se aleja de allí con el alma desgarrada.
Dentro del período que abarca la vida de Víctor Hugo conviene no olvidar que en las naciones cultas de Europa, en alguna de América y en la misma Francia, el autor de los Cantos del crepúsculo ha tenido rivales que, si por la fecundidad no le vencen, tal vez por la calidad y excelencia, pureza y perfección de determinado número de obras, se le anteponen y le eclipsan.
Los Catalanes y Aragoneses, por dar cumplimiento á su venganza, á las faldas del monte Hemo vencen á los Masagetas.
No se renuncia porque los pueblos en masa nos den la espalda a causa de que nuestras miserias y nuestras grandezas están demasiado lejos de su vista para que alcancen a conmoverlos. ¡No!; no se renuncia a un porvenir tan inmenso, a una misión tan elevada, por ese cúmulo de contradicciones y dificultades. ¡Las dificultades se vencen; las contradicciones se acaban a fuerza de contradecirlas!
El caimán es la plaga del Magdalena; cuando algún desgraciado boga, bañándose o cayendo de su canoa, ha permitido a uno de sus monstruos probar el perfume de la carne humana, la comarca entera tiembla ante el caimán cebado; anfibio como es, salta a la playa, se desliza por las arenas con las que confunde su piel escamosa y pasa horas enteras acechando a un niño o a una mujer. ¡Cuántas historias terribles me contaban en el Magdalena de las luchas feroces contra el caimán, del valor salvaje de los bogas que, semejantes a nuestros indios correntinos, se arrojan al río con un puñal y cuerpo a cuerpo lo vencen!
La sombra de Inglaterra se extiende al otro lado de los mares. ¡Bertrán, Bertrán! ¡Nos vencen, porque el menor de sus capullos es más hermoso que la mejor y más perfumada de nuestras flores! La profetisa dió una gran voz, alzóse del asiento y cayó desvanecida en brazos de su esposo, que dijo conmovido: ¡Ha terminado la visión, la hora sagrada y misteriosa que revela el secreto de lo porvenir!
En Inglaterra hay una absoluta libertad industrial que permite el establecimiento de trenes, ferrocarriles y telégrafos sin sujecion casi á reglamentos de la autoridad, y por eso cada compañía se esfuerza por rivalizar á las demás. De aquí proviene la rapidez muy notable de las locomotivas inglesas, que hacen 35 á 40 millas por hora, miéntras que en Francia no vencen sino unas 30.
Los Turcos vencen á Miguel, y hacen grandes daños en Thracia.
Palabra del Dia
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