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Los carneros y cabras existen, aunque en muy reducido número; donde hay mayor cantidad de estas últimas es en las rancherías de los moros, que crían la cabra como objeto de veneración. Su gran fuerza y resistencia le hace muy apreciable para las faenas agrícolas. Como anfibio que es, gusta en extremo revolcarse en el fango ó estar metido en el agua. Su único alimento es el pasto.

Conocía todos los secretos del fondo del agua; nos decía el nombre de hierbas y peces; podía distinguir en la arena ó el cieno movimientos imperceptibles á nuestras miradas y revelarnos dramas íntimos sólo por él visibles. Sus compañeros le creíamos anfibio, no defendiéndose apenas de nuestras acusaciones.

Daré aquí razon de un animal estraño anfibio, que se cria en el rio Paraná, cuya descripcion jamas ha llegado á Europa, ni se ha hecho aun mencion de él, por los que han descubierto este pais.

La suavidad de la tierra, en extremo pacífica antes de aparecer el hombre en ella el atractivo de alimentos vegetales que no se escabullen como la presa marina, sin duda que también el amor, tan difícil para la ballena y tan fácil en la sosegada vida del anfibio. El amor deja de ser fuga y azar.

Empiezo a creer que no estoy criado para el matrimonio y que soy una especie de anfibio hecho como ellos para flotar entre dos aguas sin hacer pie jamás en tierra firme. Me maldigo y me injurio de despecho por ser como soy y no poder ser de otra manera. No valía la pena que se muriese Marignol, puesto que no me produce ningún contento. Elena al Padre Jalavieux.

Mas, ¿cómo se obró la metamorfosis del cetáceo al anfibio? Vamos á ver si acertamos á explicarlo. Su parentesco es evidente. En los mares sembrados de islas, cortadas por lenguas de tierra á cada paso, los cetáceos, detenidos continuamente en su carrera, tuvieron que modificar sus hábitos.

Lo privan de la concha, y lo dejan ir. Pero morirá en seguida, después de tan espantosa mutilación. No, Cornelio. Aun privado de la concha, que fué su cuna y que debía ser su sepulcro, el pobre anfibio vive. Va a esconderse en alguna hendidura y permanece en ella sin salir más que lo preciso, hasta que poco a poco le nace otra concha, que nunca es tan hermosa ni tan fina como la primera.

Al oír estas palabras, la hermana y los sobrinos del general respiraron con holgura, como si se les hubiera quitado una piedra de sobre el corazón. Su temor de que nuestro cronista hubiese sido oído por el inflexible veterano, carecía de fundamento, y Rafael preguntó con los tonos más sonoros de su voz: ¿Pues qué ha hecho ese gran anfibio? ¿Lo que ha hecho? contestó el general . Voy a decírtelo.

El caimán es la plaga del Magdalena; cuando algún desgraciado boga, bañándose o cayendo de su canoa, ha permitido a uno de sus monstruos probar el perfume de la carne humana, la comarca entera tiembla ante el caimán cebado; anfibio como es, salta a la playa, se desliza por las arenas con las que confunde su piel escamosa y pasa horas enteras acechando a un niño o a una mujer. ¡Cuántas historias terribles me contaban en el Magdalena de las luchas feroces contra el caimán, del valor salvaje de los bogas que, semejantes a nuestros indios correntinos, se arrojan al río con un puñal y cuerpo a cuerpo lo vencen!

Dos cosas aligeraban á la ballena: su masa aceitosa que la hacía flotar sobre el agua y la poderosa cola cuyo choque alternativo, golpeando por ambos lados, empujábala hacia avante. Mas todo eso aniquila al anfibio que barbota en la profundidad de las aguas y se encarama por las rocas cual pesado caracol.