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Actualizado: 27 de junio de 2025
Dirigí una rápida mirada a Sarto, que se sonreía socarronamente, y resuelto a cumplir mi deber hasta el fin, en la posición que me había deparado la suerte, abracé a mi muy amado Miguel y le di un beso fraternal. No dudo que uno y otro nos alegramos de ver terminada aquella comedia.
En realidad, durante sus partidas de campo con mujeres, el español se preocupaba más de los preparativos culinarios que de satisfacer el sentimentalismo más ó menos frágil de la compañera que le había deparado la casualidad. Torrebianca había llegado á ver á través de esta alegría ruidosa y materialista cierto romanticismo que Robledo pretendía ocultar como algo vergonzoso.
Lo ruin de su hacienda puso en confusiones a nuestro mozo, que no sabía qué hacer con aquella criatura que la desgracia le había deparado y que por su buen corazón había acogido; llevarla a una posada ser no podía, que las posadas estaban de ordinario llenas de gente mala y licenciosa, y más entonces, que por la empresa que se preparaba contra el turco, había en Sevilla cuatro banderas de infantería, a las que alistados los unos por su amor a las armas y por lo grande del propósito, otros por su necesidad, y muchos por tener la inmunidad de bandera para escapar de las garras de la justicia por desaguisados que habían cometido, acudían a centenares soldados, que se desbandaban por la ciudad y llenaban los mesones y las hospederías, gastando alegremente el dinero que se les daba de enganche; hervía, otrosí, Sevilla de marinería y gente de leva de las galeras que en el Guadalquivir estaban para embarcar la gente que se reclutase, y no podía llevarse a cualquier parte, y dejarla sola, a una doncella tal como Margarita, cuya hermosura era bastante, no ya para excitar a soldado aventurero o galeote dejado de la mano de Dios, sino al mismo anacoreta San Antonio el del yermo.
En resumen: don Juan llegó a convencerse de que la Providencia, o su buena suerte, le habían deparado un regalo digno del más afortunado mortal; pero un regalo al cual era imposible renunciar sin cometer una verdadera canallada.
Y luego, cuando el sacerdote consumía: «Bendito sea el Señor que me ha deparado la ayuda del marqués de Saldeoro, ese caballero sin igual, fino y atento como no hay otro... ¡Y qué hermosos ojos tiene, qué guapo es y con qué elegancia viste! Aquello es vestirse; lo demás es taparse... ¡Qué bien habla, y cómo se interesa por mí!
Dios le había deparado sin duda aquel trance para probarla y darle de improviso, cuando más afligida estuviese, el alegrón de ganar el pleito y confundir a su implacable abuela. Pero donde la hallamos más en carácter es en aquel punto y hora en que echaba mano de su cualidad de idealizar las cosas para obtener los más dulces confortamientos. ¿No ennoblece el martirio a las criaturas?
O yo no sé lo que son ejércitos, o lo que allí se divisa son dos que van a encontrarse y a reñir. ¡Sublime acontecimiento! ¡Bendito sea Dios que nos ha deparado ocasión de presenciar una batalla! He aquí una cosa que me entusiasma. Me pirro yo por las batallas. ¡La gloria! Te digo que se me va la cabeza cuando hablo de esto. Tarde ha sido, amigo, pero al fin he encontrado la norma de mi destino.
Esto hizo reír mucho al abuelo y al nieto, porque Fortuna iba presentando de día en día nuevas habilidades que le elevaban a la ilustrada categoría de perro sabio; por lo que dedujeron que en sus mocedades habría sido perro de volatinero, y tanto al abuelo como al nieto se les pasaban grandes ganas de saber el origen de aquel amigo que les había deparado su buena suerte.
Despues de muy cansados de caminar, no hallaron huella ó rastro de hombres, ni bosque, ni leña, sino tal cual matorral; ni agua dulce, ni tierra fructífera sino peñascos, cuestas, quebradas y despeñaderos, que les dieron copiosa materia de paciencia: y si no les hubiera deparado Dios algunos pozitos de agua en las concavidades de las peñas, por haber llovido un poco el dia antes, no saben como hubieran podido volver al puerto.
La Providencia te ha deparado a uno de los hombres, no lo digo por alabarme, a uno de los hombres que no temen desafiarse con todo Madrid en Contabilidad y Partida Doble. Has hecho tu suerte, chica. Ya verás, ya verás qué libros.
Palabra del Dia
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