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Actualizado: 24 de junio de 2025
Alistados pues seis cañones cargados de mucha metralla, y hecha señal, empezaron los españoles el combate con poco efecto: porque algunos indios á la primera descarga se escondieron en los fosos que antes habian hecho, los cuales no defendian lo bastante á los que se agachaban: otros persistian peleando, otros retrocedian.
¡El diablo me lleve, dijo por fin Burley, si al frente de esos caballos no ondea el estandarte con la doble águila de Duguesclín! Así es, dijo el de Angus, y con él los caballeros franceses alistados en Bretaña y Anjou. Cuatro mil jinetes lo menos, repuso Guillermo Fenton. Y allí veo al gran Bertrán en persona, junto á su bandera.
Los carlistas se apoderaban de una porción de pueblos abandonados por los liberales. Habían entrado en Estella. En las dos orillas del Bidasoa, lo mismo en la frontera española que en la francesa, se sentía un gran entusiasmo por la causa del Pretendiente. Capistun y Bautista señalaron sus conocidos alistados ya en la facción. La mayoría eran mozos, pero no faltaban tampoco los viejos.
Lo ruin de su hacienda puso en confusiones a nuestro mozo, que no sabía qué hacer con aquella criatura que la desgracia le había deparado y que por su buen corazón había acogido; llevarla a una posada ser no podía, que las posadas estaban de ordinario llenas de gente mala y licenciosa, y más entonces, que por la empresa que se preparaba contra el turco, había en Sevilla cuatro banderas de infantería, a las que alistados los unos por su amor a las armas y por lo grande del propósito, otros por su necesidad, y muchos por tener la inmunidad de bandera para escapar de las garras de la justicia por desaguisados que habían cometido, acudían a centenares soldados, que se desbandaban por la ciudad y llenaban los mesones y las hospederías, gastando alegremente el dinero que se les daba de enganche; hervía, otrosí, Sevilla de marinería y gente de leva de las galeras que en el Guadalquivir estaban para embarcar la gente que se reclutase, y no podía llevarse a cualquier parte, y dejarla sola, a una doncella tal como Margarita, cuya hermosura era bastante, no ya para excitar a soldado aventurero o galeote dejado de la mano de Dios, sino al mismo anacoreta San Antonio el del yermo.
De este modo se resistió la segunda invasion que sufrió la villa de Pano, y aunque el número de enemigos que la acometieron, no era tan grande como en la primera, no fué menor la confianza de tomarla: pero desengañados siguieron el mismo método de retirarse por la noche, con solo la diferencia de haber seguido su fuga sin detenerse en parte alguna, por mucho rato temerosos que saliese la guarnicion en su alcance: como en efecto lo practicó el mismo Orellana hasta alguna distancia, para impedir los daños que recelaban egecutasen con los indios de Icho de la jurisdiccion de su provincia, que no habian faltado hasta entonces á la fidelidad: diligencia infructuosa, pues cuando llegó á dicho pueblo, ya habian degollado á todas las indias, vengándose con esta inhumanidad, de la fidelidad de sus maridos, que estaban alistados en Pano, siguiendo constantemente las banderas de su legítimo Soberano.
Palabra del Dia
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