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En tales condiciones se encontraba la población de Cuba cuando Martí empezó la obra revolucionaria. Es verdad que, como él decía, en el suelo no se advertían los brotes primeros de la planta, pero él sintió lo que pasaba en el subsuelo, y en el subsuelo estaba ya preparada la semilla; prueba cómo ella fructifera.

34 la tierra fructífera en salados; por la maldad de los que la habitan. 35 Vuelve el desierto en estanques de aguas, y la tierra desierta en manaderos de agua. 37 y siembran campos, y plantan viñas; y rinden fruto de aumento. 40 El derrama menosprecio sobre los príncipes, y les hace andar errados, vagabundos, sin camino. 41 Y levanta al pobre de la pobreza, y vuelve las familias como ovejas.

Ni Pérez carecía de elocuencia con que hacer de este discurso semilla fructífera, ni le faltaban en toda especie datos estadísticos con que mostrar la perspectiva de la cosecha.

Pero Eloisa y sus protectoras se habían empeñado en tenerle en el pueblo, y el rector del seminario, su venerado maestro, le aconsejó que no desatendiese sus ruegos: si la frivolidad de la villa le molestaba, su tarea, en cambio, sería más meritoria y fructífera; las almas de los campesinos no necesitan tanto prolijo cuidado.

Despues de muy cansados de caminar, no hallaron huella ó rastro de hombres, ni bosque, ni leña, sino tal cual matorral; ni agua dulce, ni tierra fructífera sino peñascos, cuestas, quebradas y despeñaderos, que les dieron copiosa materia de paciencia: y si no les hubiera deparado Dios algunos pozitos de agua en las concavidades de las peñas, por haber llovido un poco el dia antes, no saben como hubieran podido volver al puerto.

Yo no vengo aquí como el padre Carantoña a tomar chocolate y a recibir morcillas; vengo a arrojar una semilla fructífera en este erial; vengo a arrojar una palabra en este desierto, con esperanza de que alguna vez sea oída.... Me intereso por vosotros porque sois pecadores. El sano no necesita de médico, el leproso . Conocí a la señora Nazaria en casa de D. Pedro Rey, y allí supe su mala vida.

Hay quien imagina que España en tiempo de los moros era toda ella una florida, amena y fructífera huerta, que los cristianos luego hemos marchitado y destruido. Nada más falso que este aserto. D. Jaime I en Aragón y D. Alfonso el Sabio en Castilla, aunque no tuvieran más que este mérito, gozarían de inmortal popularidad y serían gloriosos y benditos.

Hacía propósito de no volver a pescar alimañas de tan poca sustancia, y se figuraba estar tendiendo sus redes en mares anchos y batidos, por cuyas aguas cruzaran gallardos tiburones, pomposos ballenatos y pejes de verdadero fuste. Su mente soñadora la llevaba a los días del próximo invierno, en los cuales pensaba inaugurar una campaña social tan entretenida como fructífera.