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Así discurría el «honorable marqués», en el momento de levantarse para «ejecutar el acto», que le estaba encomendado, no sólo por su propia iniciativa, sino por la situación en que le habían puesto los discursos de los demás; y sino así precisamente, porque le bullían las ideas en el cerebro con marcada incoherencia, con la intención de discurrir de la misma manera, cuando menos.

Preferiría decía a su mujer, que fuera menos despierta, porque estas inteligencias desarrolladas así de golpe o no dan ya nada de y se estacionan o hacen estallar el frágil vaso del cerebro. ¡Qué ocurrencia! ¿De modo que estarías más satisfecho si la niña tuviera en vez de esa cabeza llena de talento, una calabaza vacía?

Este estado conduce al marasmo, á la palidez, á un aspecto enfermizo con rubicundez fácil, pero pasajera de las mejillas, ojos apagados y los signos de la decadencia física y moral. El anacardio está en relacion con el cerebro y el sistema nervioso de la vida de relacion.

Fortunata estaba como embriagada, con cierto desvarío en el alma, perdida la memoria de los hechos recientes. Toda idea moral había desaparecido como un sueño borrado del cerebro al despertar; su casamiento, su marido, las Micaelas, todo esto se había alejado y puéstose a millones de leguas, en punto donde ni aun el pensamiento lo podía seguir.

Ambos caballeros se despojaron de las largas capas y de los sombreros de ala plana. El cronista se finge el rostro pálido, demacrado de Espronceda, con los ojos ardiendo en la fiebre de su constante delirio sensual, iluminado por la luna. Tal vez llevara dentro su cerebro un rayo lunático y visionario, quien pasó por la tierra enamorado líricamente de la pálida Prometida.

La causa estaba en la calle de Ramales, bien lo sabía D.ª Romana; pero no se atrevía a expresarlo, aunque lo indicaba recalcando un poquito la palabra. Es decir, no estaba en la calle de Ramales. Donde estaba realmente era en el cerebro exaltado del joven escultor.

Porque los nervios, que son los que transmiten nuestras sensaciones al cerebro, a veces nos engañan, son falsos corresponsales... Verá usted; nosotros tenemos un centro nervioso en el cerebro, de donde parten... Y me enfrasqué en una descripción anatómica, procurando ponerla al alcance de las inteligencias femeniles a quienes iba dirigida.

Y mientras otros fecundan la tierra, y cruzan á vuestros ojos con sus naves cargadas el almo rio, cantad vosotros como la cigarra; contad sílabas, mientras los recien venidos cuentan patacones; pintad las bellezas del rio que otros navegan; describid las florestas y campiñas, los sotos y bosquecillos de vuestra patria; mientras el teodolito y el grafómetro, prosáicos en demasía, describen á su modo y para otros fines, los accidentes del terreno. ¡Qué de riquezas de inteligencia, y cuánta fecundidad de imaginacion perdidas! ¡Cuántos progresos para la industria, y qué saltos daria la ciencia si esta fuerza de voluntad, si aquel trabajo de horas de contraccion intensa en que el espíritu del poeta está exaltado hasta hacerle chispear los ojos, clavado en su asiento, encendido su cerebro y agitándose todas sus fibras, se empleara en encontrar una aplicacion de las fuerzas físicas para producir un resultado útil

Ahora voy a verte el cerebro. ¡Aguarda un poco! Y le oprimía con sus rodillas el pecho. De tal suerte que el infeliz escultor hubiera perecido si Miguel Rivera no entrase en aquel momento. Con su ayuda pudo levantarse, y con la de los vecinos que acudieron al ruido se logró sujetar al loco y atarlo con la misma cuerda que aprisionaba a la desgraciada criatura.

El cerebro de la joven no cesaba de dar vueltas y más vueltas a estas ideas y a otras análogas, mientras su cuerpo permanecía inmóvil, abatido, clavando los ojos obstinadamente en las manos de D.ª Marciala, que no dejaba un momento su calceta. Sentíase enferma, deseaba irse; pero una vaga esperanza, que no podía definir, la retenía a su pesar.