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Es que... ¡hija de mi alma, tu desgracia es aún mucho mayor!... Gonzalo está enamorado de tu hermana. Cecilia se puso aún más pálida, hasta dar en lívida, y guardó silencio. Su madre le volvió a besar la mano con efusión. Después la trajo hacia y le cubrió de besos el rostro.

La doctora se perdió tras de una mampara de vidrios hablando con el cochero que había venido á recibirlas. Freya, antes de desaparecer, se volvió para enviarle una sonrisa pálida. Luego levantó su enguantada mano con el índice rígido, amenazándole lo mismo que á un niño revoltoso y audaz.

Veía aún con la imaginación á su gentil chilena envuelta en un manto negro, lo mismo que las damas del teatro calderoniano, mostrando uno solo de sus ojos obscuros y húmedos, pálida, menuda, hablando con una voz que parecía un quejido.

Rápidamente, se apoderó del látigo de Catalina, y de pie, pálida como una muerta, descargó varios latigazos sobre los lomos del caballo, que partió a escape. El trineo volaba entre la maleza, inclinándose ya a la derecha, ya a la izquierda. De repente se sintió un choque, y Catalina, Luisa, la paja, todo rodó por la nieve en el declive del barranco.

Su tez se puso pálida como la cera, y él mismo sorprendiose de su incesante suspirar y de aquella honda congoja de su pecho, todo dolorido de amor y de ansia. Algunas mañanas íbase a ballestear palomas a lo largo del vallado que separaba las dos heredades.

Roberto lo notó y exclamó muy asustado: Estás muy pálida, niña, ¿te has hecho daño? Dije que por señas, y agregué que aquello no era nada, que pronto pasaría.

Se ha observado tambien escozores y prurito en la piel, vegetaciones verrugosas, cara pálida y empañada, rubicundez de la conjuntiva, legañas en los párpados, tumefaccion y dolor de escoriacion en las encías. El bismuto, segun los datos clínicos, es el mejor medicamento para combatir los dolores calmados por el agua fria, y las gastralgias con calambres y estremecimientos musculares.

Por desgracia, el intendente había salido muy temprano aquel día del castillo; había salido en el coche grande y sólo volvería muy tarde. ¿Por qué no le había hablado Mathys de aquel viaje? ¿Qué le ocultaba? Al hacer esta reflexión, se puso pálida y empezó a temblar, porque una sospecha terrible acababa de cruzarle el espíritu.

No debía desesperarse el enorme bebé que se adormecía llorando sobre su hombro. Podía afirmar que había sido amado más que muchos otros. Primeramente, le había querido con una simpatía pálida y pasiva, porque era bueno con ella, porque la había sacado de su antigua vida de artista errante, dándola la respetabilidad y el bienestar de una mundana que se retira.

Estaba situada en la plaza del Duque; así que tardamos muy poco en llegar a ella. Por la cancela del portal percibimos ya bastante algazara. Salió a abrirnos una linda criadita de ojos negros y pelo rizoso, mas antes que corriese el cerrojo, una señorita delgada, pálida, de cabellos rubios cenicientos y ojos azules, llegó con presteza y se adelantó a hacerlo.