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Entrará, , pero Dios le asista á la salida... ¿Y si no sale? Esperaremos á otro día para vengaros á vos, para vengar á don Rodrigo. Si veo entrar en el aposento de doña Clara esta noche á ese caballero, contad conmigo. Le veréis, os lo aseguro... pero es necesario que me sigáis. Al fin del mundo os seguiré. Pues venid. Juradme que esto no es un lazo que me tendéis. ¿No os tengo aquí sola?

Contad, hermano escudero, siete pies de tierra, y si quisiéredes más, tomad otros tantos, que en vuestra mano está escudillar, y tendeos a todo vuestro buen talante; que quemado vea yo y hecho polvos al primero que dio puntada en la andante caballería, o, a lo menos, al primero que quiso ser escudero de tales tontos como debieron ser todos los caballeros andantes pasados.

-Está muy bien -replicó don Quijote-; y, conforme al salario que vos os habéis señalado, 23 días ha que salimos de nuestro pueblo: contad, Sancho, rata por cantidad, y mirad lo que os debo, y pagaos, como os tengo dicho, de vuestra mano.

¡Id a mi patria, id extranjeras flores sembradas del viajero en el camino, y bajo su azul cielo, que guarda mis amores, contad del peregrino la que alienta por su patrio suelo! Id y decid...; decid que cuando el alba vuestro cáliz abrió por vez primera, cabe el Neckar helado, le vísteis silencioso a vuestro lado pensando en su constante primavera.

Ya está arreglado eso. No necesito los ocho mil reales. Pues aunque no los necesites, quédate con ellos, y y don Pablo contad con otros ocho mil más, que os daré como regalo de boda. Dicho esto se fue don Andrés a la calle, no sin besar galantemente, al despedirse, la linda mano que había estado a punto de estrangularle.

2 Y dijo el rey a Joab, general del ejército que tenía consigo: Rodea todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beerseba, y contad el pueblo, para que yo sepa el número del pueblo. 3 Y Joab respondió al rey: Añada El SE

Contad, que me desvivo por saber algo de vos. Pues bien, sabréis la historia, pero no el nombre. Algo he de otorgar al hombre que ha hecho de su hermano un enemigo, por culpa mía. Después de todo, Hugo dijo que venís derechamente del convento, de suerte que será esto á manera de confesión, como si fuerais un reverendo de barba blanca ¿eh?

Para él, la institucion estará en aquel monasterio, y el monasterio estará personificado en el monje cuya memoria le embelesa. Contad pues con un elocuente trozo en favor de los institutos religiosos, un anatema contra los filósofos que los condenan, una imprecacion contra las revoluciones que los destruyen, una lágrima de dolor sobre las ruinas y las tumbas.

El perro, aunque seguía en sus genuflexiones y zalemas, nada alcanzaba; hasta que enfadado el cojo por la esterilidad del tiempo, y la mezquina condición de tanto estante y ningún donante, así dijo a su cofrade, sirviente y amigo: Pues, amigo Canique, lo que no dan ni prestan, fuerza será tomarlo; entrad a saco a estas buenas gentes, como allá en antaño en el asalto y saco de Roma; mas contad y advertid que no les habéis de tomar sino de lo superfluo y profano, dejándoles entera la piel, y menos interesar algo del tegumento de las carnes, y sin detracción alguna, que todo lo demás, camisa inclusive, os lo fallo y declaro por buena y legítima presa.

Y creo haber cumplido con estas consideraciones por cuenta propia todos los términos de un prólogo al uso, del mismo modo que el poeta concluía su soneto diciendo: Contad si son catorce, y está hecho. Francisco Martín Arrúe. Madrid 20 de Octubre de 1894. Filipinas Su Presente y Porvenir