Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 31 de mayo de 2025


Cierto día, al retirarse de una de sus visitas, Blázquez Serrano topó con Ramiro en la antecámara. El niño estaba sentado en una silla de alto y esculpido respaldo. Sus ojos parecían contemplar fijamente alguna imagen dolorosa de su propio cerebro. Hubiérase dicho un infante embrujado.

Este pensamiento, siempre fijo, siempre presente en el cerebro no muy sólido de la brigadiera, llegó a exasperarla a tal punto, que convirtió la casa muy pronto, de monarquía absoluta, pero discreta, que era, en feroz e insufrible despotismo.

Es un poco exagerado; pero el hecho es que se necesita una apremiante necesidad o una imprudencia infantil para aventurarse bajo aquel sol canicular que, reverberando en la arena blanca y ardiente, quema los ojos, tuesta el cutis y derrama plomo en el cerebro. Se espera la brisa con ansia, a pesar de los inconvenientes del polvo impalpable que se levanta en nubes.

Tuvo fúnebres presentimientos: tal vez su próximo viaje fuese el último. «¡Vas á morir! gritó en su cerebro una voz angustiosa . Morirás muy pronto si no te retiras del mar

Es preciso notar en efecto, que el carácter de sus incomodidades en la cabeza indica una accion profunda en el cerebro, accion que se reproduce en la columna vertebral, en la médula oblongada, que su patogenesia abunda en dolores que conducen al temblor, á las sacudidas, á los movimientos convulsivos, á las contracturas, á los padecimientos semi-laterales, á la debilidad paralítica.

Concedido esto a la imparcialidad, me encontré sobre las armas a las dos menos cuarto. En seguida bajé al salón donde encontré a la abuela muy agitada. Y bien, Magdalena, ¿te late el corazón? preguntó la abuela con emoción. No, querida abuela, mi corazón está muy tranquilo... El cerebro es otra cosa... Tengo un horrible dolor de cabeza. Muy tonta vas a estar, mi pobre Magdalena.

No tengas cuidado. Las acciones son nominativas, y nadie más que puede disponer de su importe». Y como si el despejo de su inteligencia no hubiera tenido más objeto que permitirle aquella importante advertencia, en cuanto la hizo, la nube invadió otra vez toda la caja del cerebro, volvió a la risa infantil, y a preocuparse más de que la bola del bilboquet se pinchase en el palito que de todo lo que a su desgraciada amiga pudiera referirse.

Gozaba con saber tan solamente: era un placer desinteresado, intenso, como el de los hombres de ciencia que no miran el resultado que sus conocimientos les puede dar. Como el avaro amontona en su caja monedas de oro sin pensar en utilizarlas jamás, así D.ª Rita atesoraba en su cerebro cuantas noticias privadas podía recoger en sus peregrinaciones por la villa, sin molestar a nadie con ellas.

Acudí inmediatamente con el presentimiento de que en el cerebro de mi tío germinaba un sermón.

Por medio del mecanismo de mi cerebro, de mi facultad de conocer, se representa la comedia fantástica que se llama mundo externo.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando