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Era una bella cabeza, más por la expresión y carácter que por la misma regularidad de facciones. El negror de la barba realzaba su interesante palidez, y su abatimiento la asemejaba a las cabezas muertas del Bautista, tan valientes en su claro obscuro, que creó nuestra trágica escuela nacional de pintura.

El joven empezó a despojarse velozmente. Parecía tranquilo a primera vista. No obstante, quien le observase con cuidado, notaría que había crecido un poco la palidez de su rostro, y que tenía las manos trémulas. Cuando estuvo desnudo de medio cuerpo arriba, interrogó con la mirada al médico.

He visto ya su palidez y sus temblor cuando comprendió que yo sospechaba su infamia. Si entonces no hubiera temido descubrirle mis proyectos, le hubiera confundido, porque podía hacerlo. Pero en eso caso se hubiera escapado y no podrías salvarte. Le tranquilicé, por el contrario, y le una falsa pista para conservar mi libertad de acción.

Además, el semblante de aquella mujer, su palidez, su mirada, su estremecimiento, revelaban que el éxtasis comenzaba a inundarla el corazón. Terminada la lectura, la sarracena se puso en pie y encaminose lentamente a coger otro manto.

Veinte minutos después se presentó de nuevo con un paquete entre las manos. Aquí tienes las cartas dijo con aparente tranquilidad. Su voz estaba alterada. Una palidez densa cubría su semblante. Clementina le dirigió una penetrante mirada de curiosidad donde se pintaba asimismo la inquietud. Pero dominándose le dijo con naturalidad: Muchas gracias, Mundo.

Su rostro gris se volvió de una palidez gredosa, sus ojos salieron de sus órbitas, y sus viejos y secos dedos apretaron como garras el papel que temblaba.

El P. Gil, con mano trémula, iba cumpliendo su piadoso oficio, mientras el último vástago de la casa Montesinos yacía sin conocimiento, con la terrible palidez de la muerte impresa en sus facciones. Cuando estaban a punto de terminar, serenose un tanto el pecho del enfermo. Poco después abrió los ojos y paseó una mirada de sorpresa y aun de espanto por la estancia. Tornó a cerrarlos.

Sólo Demetria se mostraba en apariencia tranquila. Su silencio y su palidez denunciaban, sin embargo, lo que pasaba en su alma. Así estaban las cosas cuando una tarde Flora pasó recado á Demetria para que bajase á Entralgo y le hiciese merced de acompañarla á la Pola, donde tenía que comprar algunos objetos.

El confesor del rey fué introducido en el elegante gabinete de doña Clara. La joven estaba pálida, cansada, y la palidez y el cansancio aumentaban su hermosura. ¡Oh! ¡bendito sea Dios, que os veo! dijo levantándose y poniendo un sillón junto al brasero al padre Aliaga. Me habéis escrito una carta que me ha puesto muy en cuidado dijo fray Luis.

En general, la concentracion es viva, el calor interno quemante en ciertos puntos; la sed grande y ardiente, á menos que la sensacion no sea abolida; la palidez es estremada; la piel está seca, áspera, fria, azulada por placas ó por digitaciones, y el azulamiento de los dedos todos se estiende á las manos y piés con frio glacial, á lo cual se une el aniquilamiento súbito de las fuerzas y algunas veces hasta el síncope.