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Las palabras sentido interno respectivo, forma interna de cada hombre, significan algo, si admitimos en nuestro interior una cosa permanente; pero si no hay mas que fenómenos sucesivos, entonces la palabra respectivo, expresa un absurdo; porque no hay sentido interno respectivo si no hay nada á que se pueda referir.

Los sucesos se amontonan unos sobre otros, y con tanta mayor complacencia suya, cuanto son más extraordinarios y románticos, pero siempre falta lazo interno que los una entre .

La Pura le retuvo cuando se disponía á marchar y le dijo temblando: Acuérdate, Nolo, del juramento que me has hecho. Mira, hijo mío, que si ese malvado llega á saber lo que te he dicho, cualquier noche viene acá y me asesina. Pierde cuidado: vuelvo á jurarte que nada sabrá. Bajó de nuevo á saltos por el monte y se internó por los castañares.

Con este medimos no solo el mundo externo, sino el interno; no solo las afecciones corporales, sino las mas recónditas y mas abstractas acciones de nuestro espíritu.

Como la imaginacion es una especie de continuacion de la sensibilidad, ó sea un sentido interno, y la base de las sensaciones es la extension, no nos es posible ejercitar este sentido interno, sin que se nos ofrezca el espacio, que como hemos visto, no es mas que la idea de extension en general.

Un rayo que hubiera caído a sus pies... y de repente se hubiese convertido en lluvia de flores, no hubiera causado mayor sorpresa al amante de Serafina, que la actitud de su mujer soñolienta y caprichosa; pero sin andarse en averiguaciones de causas próximas o remotas, echó sus cuentas Bonifacio, y se dijo en el fuero interno, sin pararse a examinar la exactitud de la frase, «lo echaremos todo a barato»; y a la invitación de su hembra hecha por señas infalibles, que levantaban en el alma nubes melancólicas de recuerdos que se deslizaban delante de una luna de miel muy hundida en el firmamento oscuro, contestó con otras señas que fueron estimadas en lo que valían.

Las mías han sido tan tremendas, que el día que me tocaba, no podía menos que compararme a San Pedro Mártir, con el hacha clavada en la cabeza. Pero de algún tiempo a esta parte se me alivian con jamón». ¿Cómo es eso?... ¿aplicándose una tajada a la cabeza? No, hija... comiéndolo... ¡Ah!, uso interno... Vale más que te retires dijo Fortunata a su marido, cuyo sufrimiento crecía por instantes.

Compré todos los periódicos de la mañana, y en la mayor parte se daba cuenta de mi lectura con frases muy laudatorias, aunque no tanto como yo hubiera apetecido. Un poeta, en materia de elogios, jamás dice en su fuero interno: «BastaPero, en fin, esto era natural que sucediese, y no fue lo que turbó mi felicidad.

Entonces, entre las miradas de fuera y el pudor interno no se ponía tan gran baluarte de telas como se pone hoy. Abrumadoramente hermosa estaba, y sus ojos negros, que eran, como otra vez he dicho, los primeros ojos del mundo, es decir, los Bonapartes de la mirada humana, conquistaban al punto todo aquello a que dirigían su pupila.

La condesa, la gran señora que tan raras veces bajaba de su carruaje, como si se desdeñase de pisar con sus elegantes brodequins el polvo de que estaba formada, se internó por aquellos oscuros vericuetos, y atravesando varias callejas, solitarias en aquella hora, que parecían serle muy conocidas, vino a desembocar en la plazuela de Santo Domingo.