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«¿Enfermo? dijo Maxi, clavando en ella sus ojos de iluminado . En efecto, tenía un brazo en cabestrillo. ¿Pero por dónde sabes...?». No, no, yo no sabía nada replicó Fortunata enteramente aturdida. ¡ lo has dicho! exclamó Rubín con la mirada terrorífica . ¿Por dónde lo sabes? La prójima se puso como la grana; después volvió a palidecer.

Un momento nos bastó para cubrir las cabezas de los caballos con nuestras capas y después apuntamos al Duque y su compañero con nuestros revólvers. De habernos descubierto los hubiéramos matado allí mismo, o hécholos prisioneros. ¡A Zenda, pues! exclamó por fin Miguel y clavando las espuelas a su caballo lo lanzó al galope.

Esto lo decía Luisa, subida en una silla, de espaldas á Montiño, clavando clavos en la pared y dejándole ver el pie más pequeño y el principio de unas piernas lo más bonito que podía darse.

Los que más lo respetaban, por bravo, por justo, por astuto, por elocuente, no lo querían decir, o lo decían donde no los oyeran: porque los hombres suelen admirar al virtuoso mientras no los avergüenza con su virtud o les estorba las ganancias; pero en cuanto se les pone en su camino, bajan los ojos al verlo pasar, o dicen maldades de él, o dejan que otros las digan, o lo saludan a medio sombrero, y le van clavando la puñalada en la sombra.

Buenos ojos le vean a usted, Pepe dijo Esperancita clavando los suyos, risueños y nada feos, en el famoso salvaje. Preciosos son los que le están viendo ahora se apresuró a decir Ramoncito. Castro, antes de responder, le volvió a mirar severamente. El concejal, aturdido, dijo para amenguar un poco su torpeza: Porque ésta es la familia de los ojos bonitos. Gracias, Ramón.

El juez le interrumpió, clavando otra vez en su rostro una mirada escrutadora: Esta mujer ha dicho lo contrario: ha declarado que su patrona ha intentado otras veces matarse; que esta mañana la alejó deliberadamente y que hoy no ha hecho más que poner en práctica un propósito antiguo y firme. ¿Usted cree eso? exclamó el joven desconcertado ¿usted ha dicho eso? La mujer no contestó.

Si me engaña concluyó diciendo, con la frente fruncida y mirándome severamente , cuenta que te clavo un puñal en el corazón. Ahí va el puñal dije, sacando el que me habían regalado en el Fomento de las Artes y que llevaba por precaución en mis excursiones nocturnas . Te clavarás a ti misma clavando mi corazón añadí, sonriendo.

Sus ojos chispearon y clavando en el monstruo una mirada irritada le dijo: ¿Sabes que me está apeteciendo agarrarte por las piernas y batirte la cabeza contra ese árbol? ¡Prueba á hacerlo! replicó el minero llevando la mano al bolsillo. No lo hago porque siendo malo como eres tendría que pagarte por bueno... que has hablado con Demetria ayer.

Don Príamo Febrer, herido en la cara y en una pierna, se arrastró hasta una puerta de la ciudad, clavando en ella su puñal como testimonio de su avance.

Ella, clavando los suyos en el entrado, no hacía sino seguir el corriente de cuantos hermosos ojos había en el concurso, que unos por curiosidad y otros por afición, todos se fijaban en el caballero; pero María miraba en él algo más que no un viajero vulgar.