United States or Niger ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tal vez la había amado como ningún otro hombre. Sus ojos, con un deseo irresistible de comparación, se fijaban en Desnoyers, admirando su gentileza juvenil. La imagen de Laurier, pesada y vulgar, acudía á su memoria como un consuelo. Era cierto que el oficial entrevisto por ella en la estación al despedir á su hermano no se parecía á su antiguo marido.

Isagani parecía disgustado: le molestaban tantos ojos, tantos curiosos que se fijaban en la hermosura de su amada: las miradas le parecían robos, las sonrisas de la joven le sabían á infidelidades. Juanito, al divisarla, acentuó su joroba y saludó: Paulita le contestó negligentemente, D. Victorina le llamó. Juanito era su favorito, y ella le prefería á Isagani.

Los miles de ojos femeniles sombreados por mantillas blancas en palcos y barreras sólo se fijaban en su persona, no le cabía duda.

Paseaban los dos hombres por el claustro, siguiendo el lado que a aquella hora matinal caldeaba el sol. El clérigo se había guardado los talonarios. Sus ojos se fijaban en Gabriel, que creía del caso sonreír de un modo enigmático que don Antolín tomaba por una afirmación. Esto le animó a continuar en sus confidencias. ¡Ay, Gabriel! No creas que cumplo sin trabajo mis pesados deberes.

Los ojos veían, pero débilmente, como si la luz fuese turbia y una bruma rojiza envolviese los objetos. Creyó que una cara con bigotes, terminada por un sombrero de guardia civil, se inclinaba sobre la suya, mirándolo en los ojos. Movía los labios, pero él no oía nada. Era sin duda la pesadilla de sus antiguas persecuciones volviendo a surgir. Se fijaban en él, viendo que abría los ojos.

Tenía, sin embargo, notable aptitud y tino para conocer y admirar la belleza femenina, y hacía ya meses que, casi sin reparar en ello y muy involuntariamente, cuando estaba de tertulia con el escribano y el boticario y con otros señores en los poyos que había junto a la fuente, sus ojos se fijaban con amorosa delectación en Juanita la Larga, que aún solía venir a llenar su cántaro y a estar allí de charla con las otras muchachas mientras que le llegase su turno.

Ni me era posible conseguir que los inflamara la llama de la pasión, ni que experimentasen la ternura de sentimientos delicados, sino que conservaban toda la rigidez de cuerpos sin vida, que fijaban en sus horribles miradas como si me retaran desdeñosamente. Parecía que me apostrofaban diciéndome: "¿Qué tienes que ver con nosotros?

Y la mano del bufón estrechaba ardiente y calenturienta la mano de Dorotea, y sus ojos cruzados, encendidos, extraviados, se fijaban en ella con una ansia dolorosa, y en su boca entreabierta, por la que salía una respiración ronca, asomaba ligera espuma blanca. La joven se aterró al ver el aspecto del bufón, y quiso desasirse.

Sus hermanos tenían que seguir una carrera, sus hermanas se habían casado, gracias a la dote; todos y todas fijaban en él miradas ansiosas y ávidas como en el autor y el sostén de su dicha. ¡Los réditos! Tal era la palabra aterradora que en lo sucesivo resonaba a toda hora, amenazante, en sus oídos, y por la noche le hacía despertarse sobresaltado y llenaba sus sueños de visiones espantosas.

De vez en cuando sus ojos opacos se fijaban por encima de las gafas, en el globo de madera que colgaba en medio del salón, y lo acariciaba con una sonrisa de placer. Aquel primoroso artefacto, venido de Burdeos, estaba pintado con rayas azules y blancas.