United States or Svalbard and Jan Mayen ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tu pelo aún está casi negro, la dentadura se conserva bien, no necesitas, como este cardenal, llevar un artefacto dentro de la boca.... Pero de todos modos, Tomasa, eres vieja como yo.

Tanto apretaron en otros tiempos curas, frailes e inquisidores, que la máquina de la fe saltó en mil pedazos, y no hay quien arregle este artefacto, que requiere la cooperación de todos.... Y esto fue una fortuna, amigo don Martín.

Criándonos nos sacó de la nada, revelándonos alguna verdad perfecciona su obra; ¿y cuándo se ha visto que un artífice desmereciese por mejorar su artefacto?

La idea de la lengua de vaca comenzó a hacerme cosquillas nuevamente. Reflexioné largo rato acerca de los medios oportunos para no trabar conocimiento con este precioso artefacto de la industria nacional. Al fin, di con uno. Se me ocurrió que lo mejor era desagraviar al Naranjero con un acto que mostrase que la escena de la tarde anterior había sido ocasionada por la borrachera.

Eulalia le escuchaba sin disgusto, que era lo mejor que podía esperarse de esta severa doncella. Al fin Romillo llamó la atención de todos, sacando del bolsillo del gabán un lindo artefacto, que según dijo le acababan de enviar de París.

Eso es inútil observó el Magistral con una voz muy dulce ; como el madero aquel se ha metido entre los dos palos de la banda... si no se alza a pulso todo el columpio... no se puede desenganchar. Es claro bramaba desde arriba el otro; y probó otra vez su fuerza. Pero Bermúdez pesaba muy poco por lo visto, porque don Álvaro no movió el pesado artefacto.

Y lo llevó al altar mayor, junto a la custodia. Gabriel y ocho hombres más se introdujeron dentro del armazón levantando un paño de los que cubrían sus costados. Habían de encorvarse dentro del artefacto. Su misión era empujarlo para que se deslizara sobre las ruedas ocultas. A ellos sólo les correspondía dar el impulso: fuera, los dos servidores de peluca blanca y traje negro eran los encargados de los timones delantero y trasero, guiando la carroza eucarística por las tortuosas calles. Gabriel fue colocado por sus compañeros en el centro.

«¡Mariano, hermanito! exclamó Isidora, que creía sentir su garganta apretada por uno de aquellos horribles dogales . ¿En dónde estás? ¿Eres el que mueve esa rueda? ¿No estás cansado?». No se oyó contestación. Pero el artefacto amenguaba la rapidez de su marcha. Las roldanas, las transmisiones, la rueda, se emperezaban como quien escucha.

Los zorros que él cazara sobrevivirían. No faltaba para que la máquina fuese perfecta, más que esto: que los ladrones de gallinas viniesen a tropezar con el botón del resorte endiablado, como había tropezado aquella señora. Ni Petra ni su ama conocían el uso de aquel artefacto que tuvieron que destrozar y buenos sudores les costó para separarlo del brazo que magullaba.

Volaban los pájaros, corrían las reses hasta despeñarse, huían los niños, ladraban los perros en los caseríos, ¡como si en vez del bienestar y la riqueza les trajese aquel glorioso artefacto la oscuridad, la maldición y la guerra!