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Algunos diputados volvieron a sus asientos, mirando a los bancos más extremos de la izquierda, donde asomaba tras el rojo respaldo una gran cabeza blanca, en la que brillaban las gafas con luz semejante a la de una sonrisa dulcemente irónica. Púsose en pie el anciano. Era tan pequeño, tan débil de cuerpo, que aún parecía estar sentado.

Si hubiera fumado, no hubiera sido mayor la estupefacción de aquellas solteronas. «¡Una Ozores literata!». «Por allí, por allí asomaba la oreja de la modista italiana que, en efecto, debía de haber sido bailarina, como insinuaba doña Camila en su célebre carta». El cuaderno de versos se había presentado a los padres graves de la aristocracia y del cabildo.

Tomó entonces unas tierras cerca de Sagunto: campos de secano, rojos y eternamente sedientos, en los cuales retorcían sus troncos huecos algarrobos centenarios ó alzaban los olivos sus redondas y empolvadas cabezas. Fué su vida una continua batalla con la sequía, un incesante mirar al cielo, temblando de emoción cada vez que una nubecilla negra asomaba en el horizonte.

Únicamente cuando viene el señor Mesía.... Oh, es que el señor Mesía... es otra cosa. , es mucho hombre. Muy entendido en Hacienda y eso que llaman Economía política. Yo también creo en la Economía política. Yo no creo, pero respeto mucho la memoria de Flórez Estrada, a quien he conocido. Todo menos disputar; en cuanto asomaba una discusión, se le echaba tierra encima y a callar todos.

Por la boca de la princesa asomaba, y volvía á ocultarse para aparecer de nuevo, la cabeza de una horrible serpiente... ¿Sabes lo que era aquella inmunda bestia? Pues un pecado que la princesa había querido ocultar á su confesor y que tomaba la forma de un reptil para no abandonar su cuerpo. Y el Padre Paulí, con su voz trémula de predicador horrorizado, hacía estremecer á la joven.

Algo atisbó, sin embargo, que vino a despertarle la sospecha de que el tal proyecto de tratado secreto no era precisamente con el Gobierno alemán, sino con la repostería de Lhardy, poderosa potencia gastronómica de la Carrera de San Jerónimo: entre los peludos dedos del diplomático asomaba por una esquinita la viñeta de las cuentas del célebre Emilio.

Los zapatos que soportaban tan lamentable edificio habían perdido la forma y el color. La ropa blanca, ese distintivo de la limpieza y del bienestar, no asomaba ni por el cuello ni por las mangas. Algunas veces, al pasar por un charco, el vestido se levantaba por un lado y dejaba ver una media de lana gris y un sencillo refajo de algodón negro.

Después de pasar el umbral de la Iglesia, Ramiro tiraba de una cuerda oculta detrás de la portada, y, casi al instante, allá arriba, a una altura vertiginosa para sus ojos de niño, asomaba, por un agujero practicado en la bóveda, un rostro diminuto de mujer o de hombre.

Asomaba en todo clara y manifiesta la gran riqueza de la bella indiana, y era de ver el lujo de las libreas de los pajes, que solícitos y diestros, y seis u ocho en número, las viandas servían, yendo sin cesar de los bufetes a la mesa y de la mesa a los bufetes.

Había salido aquél y el agente iba a retirarse cuando vio en el corredor la figura de Clara que se asomaba para ver quién era la visita. Sólo venía, señora le gritó desde la puerta , a dar las gracias a su marido por el buen concepto que le merezco... Ha sido una equivocación según creo respondió Clara toda turbada.