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De niña era un diablejo irresistible, lo reconocía ingenuamente. Apenas se pasaba día sin que dejase de proporcionar algún disgusto a las hermanas. La vida triste y monótona del colegio no era para ella. Se levantaban muy temprano y hacían media hora de oración en la sala de clases. Luego oían misa. A la salida se hablaban, preguntándose por la salud únicamente.

Lionel recitaba versos, estaba más enterado que Mina de las cosas literarias, y ella acabó por admirarle como un espíritu delicado, como un «alma romántica», capaz de llenar de poesía la existencia de una mujer. Además, era «El rey de las praderas», el atleta irresistible que ningún hombre podía domeñar. Una visita inesperada perturbó esta existencia idílica.

No soy perverso; reconozco en usted a uno de los hombres mejores que existen en el mundo. Seré un miserable si sale de , por irresistible efecto de las pasiones, la más ligera oposición a la felicidad de usted.... Es evidente, evidentísimo que yo soy el que está demás. Declaro que mi deber es no volver a pisar la casa del que posee lo que yo quise para .

Quería llegar a tiempo a la novena de San Ramón Nonnato que se celebraba hacía días en la iglesia de San Pedro. Allí veía a Maximina, a la cual estaba ligado por una simpatía irresistible.

Mientras Fritz había vivido, Martín se había ocupado muy poco de Juan; parecía casi que consideraba entonces un crimen dar a otro la más pequeña parte de su corazón. Pero cuando la muerte arrebató al desgraciado, una necesidad irresistible lo inclinó hacia el más pequeño.

Me mortifica, me pone nervioso y colérico el ver que hay alguien que posee una parte de mi secreto. Ahora no pensemos más que en Currito Báez. Amigo, siento deseo irresistible, anhelo profundo de matar a un hombre. Yo también. ¿Cuándo le despachamos? Mañana por la noche se lo diré a usted. ¿Quiere usted que le ejercite un poco en la esgrima? Nada más oportuno. Vengan los floretes.

Cuando el dolor enerva, cuando el dolor es la irresistible pendiente que conduce al marasmo o el consejero pérfido que mueve a la abdicación de la voluntad, la filosofía que le lleva en sus entrañas es cosa indigna de almas jóvenes.

Como la vocación divina es irresistible, la seducida resuelve obedecerla.

Si yo tuviera que guardar mi fama, aviada estaba con un amigo como usted. ¡Qué cosas suponen por ahí! Y reía con una expresión de superioridad, considerándose muy por encima de cuanto pudieran decir las gentes de su amistad con Rafael. En el mercado me hablan de usted todas las vendedoras como si esto fuese para el más irresistible de los halagos; aseguran que formamos una soberbia pareja.

Este extracto, que sólo puede dar una imagen pálida del original, deja adivinar, sin embargo, cuán irresistible es el interés de toda la comedia, así como el efecto dramático y el vigor trágico y lleno de pasión de sus situaciones.