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Su padre era un lobo para la mar. Pues el hijo le gana ... ¡Abelardo! ¿Quién va? Sube para darle una mano al Señor Don Juan Manuel... Yo mal puedo con el farol. ¡No te muevas, Abelardo! Me basto solo. Bajan a la orilla del mar. Se oye el vuelo de las gaviotas, convocadas por el viento y la noche. Una sombra se acerca: Sus pasos fosforecen en la arena mojada.

Ellos suben y bajan por las cuerdas, y se van enroscando hasta que la cuerda está a la mitad, y luego se dejan caer. Echan la cuerda a volar, lo mismo que un columpio, y se sujetan de una mano, de los dientes, de un pie, de la rodilla. Rebotan contra el palo, como si fueran pelotas. Se gritan unos a otros y se abrazan.

Distaba la quinta mucho más de Nueva York que de Albany, capital del Estado de Nueva York, pero, como los trenes del ferrocarril van con extraordinaria rapidez en aquella tierra, y es deliciosa la navegación en los magníficos vapores que suben y bajan por el río, poco molestaba a Isidoro para ir y venir que fuese algo mayor la distancia.

Todos los años, por los meses de agosto y setiembre, bajan los indios á este rio, para recoger gran cantidad de huevos de tortuga, que se encuentran con prodigiosa abundancia sobre sus orillas. Pescan igualmente en los vecinos rios de Tequije y de Itaca, y en una infinidad de estanques y de charcos que se forman cuando los rios salen de madre.

En las desembocaduras de los ríos que bajan de los Apeninos al Mediterráneo, multitud de pinos, sorprendidos de repente por la inundación, van á perderse en el mar y convertirse en islas flotantes que los marinos extranjeros toman por escollos. Los barqueros que se lanzan en busca de los troncos extraviados, van á pescarlos como cachalotes, y los conducen atados á la popa de sus barcas.

Adornaron sus cuernos con papel dorado: ciñeron su cuello con cintas de diversos colores. Un mozo designado por la suerte la llevaba amarrada por los cuernos. Ya se pone en movimiento la comitiva; ya comienza á descender por el áspero tortuoso sendero de la montaña sombreado de castaños. Las zagalas agitan sus panderos, cantan á coro, y sus voces puras bajan en alas de la brisa hasta el valle.

Y para que estos no puedan llevarse las hormigas, que suben ó bajan en tiempo de seca, tienen hecho del mismo barro fuerte un canal ó camino cubierto, que baja hasta el pié del árbol, por el cual canal suben y bajan las hormigas con toda seguridad. El arroz se halla silvestre en las márgenes del rio de Cuyabá y de los Porrudos. No se coje trigo, ni vino, ni otros frutos de Europa.

Era el 10 de abril, día glorioso dos veces en los anales de la historia cubana, cuando se echaron al mar esos hombres magníficos; y el 11, a pocas millas de la costa, detiene el vapor que los conducía su marcha, bajan la escala, echan al agua uno de sus botes y en él se instalan los seis expedicionarios «con gran carga de parque y un saco con queso y galletas». Y a las seis horas de remar, bajo un cielo negro y tenebroso, arrullado por olas alborotadas, caen sigilosos sobre la costa de Cuba, llenos de una dicha superior al peligro que habían corrido y que habían de correr.

Así se pasan los serenos dias Y uno por uno bajan de la sien, Y al levantarlos de la tierra fria, Polvo y ceniza son ellos tambien.

En todo el trayecto se van encontrando numerosas barcas marinas, ancladas ó navegando, que suben ó bajan á remolque ó aprovechando las mareas y los vientos. Asi, el Guadalquivir tiene un aspecto comercial que prepara al viajero al movimiento económico de Sevilla, bastante animado y considerable.